sábado, 15 de noviembre de 2008

Juan Eusebio Nieremberg y las razones de la música



Oculta filosofía. Razones de la música en el hombre y la naturaleza.
Juan Eusebio Nieremberg
Edición y prólogo de Ramón Andrés
El Acantilado. Barcelona, 2004

Sistema para el engorde del ganado, remedio para la picadura de la tarántula, modo de aplacar las pasiones o antídoto contra la destemplanza y hasta el apetito sexual, Juan Eusebio Nieremberg (1595 - 1658) aglutina en este libro una extravagante variedad de usos para la música en su faceta más pedestre. En contraste, este jesuita madrileño alude también al carácter transmundano que adquiere cuando es adscrita a la institución divina del orden universal, junto a la aritmética y la geometría. De este modo, Nieremberg responde al clásico modelo de tratadista erudito que, a fuerza de citar autoridades va exponiendo toda una plétora de efectos musicales, tanto en el ámbito de lo animado - hombres e "irracionales" - como en de lo inanimado, sin olvidar la habitual consideración de la música como "concierto del mundo", es decir, como armonía universal.

Relación de hechos pintorescos y supersticiosos aparte, los trece capítulos de Curiosa y Oculta Filosofía compilados en este opúsculo son una buena y breve introducción a la tratadística musical centrada en el ethos, teoría que cubre un largo período que va desde sus inicios griegos hasta la ilustración.

Tomo directamente del diccionario New Grove la definición de ethos:
El ethos sería entendido como un atributo no solamente de las personas sino también de los fenómenos musicales, que son en este sentido, considerados como vehículos para transmitir actitudes éticas, careciendo de cualquier tipo de naturaleza moral en si mismos.

Este atributo, propio tanto de la poesía como de la música, consistiría, pues, en la capacidad de "generar estados de ánimo" o de modificarlos.

Platón, por ejemplo, hablaba de la dimensión ''ethética'' de la música para referirse a su capacidad de influir sobre el carácter de quien la escucha; así, en uno de los diálogos de La República, Sócrates considera a la armonía lidia mixta como lastimera e impropia para varones y se refiere a su laxitud, cualidad que la invalida para ser ejecutada ante un público formado por guerreros.

En Oculta filosofía, la alusión al ethos modal se concreta en la cita de Casiodoro y sus quince tonos - diferencia o cantidad de todo el sistema armónico que se basa en la entonación o en el nivel de la voz -, de los que se citan los cinco principales - dórico, jónico, frigio, eólico y lidio -. De este modo Nieremberg se sitúa en una tradición cristiana que, a través de Casiodoro y su contemporáneo Boecio, se remonta a San Agustín y finalmente a Grecia, por su inspiración en las fuentes pitagóricas y platónicas.
Si bien existe un elemento común en las distintas exposiciones de la teoría del ethos - la antes aludida transmisión de actitudes - también es cierto que para los diferentes autores, sus causas y consecuencias no siempre coinciden.

Juan Eusebio Nieremberg explica en el capítulo XXII que los "espíritus del cuerpo" se alteran "conforme el modo y ley de los números y tonos músicos". Es en el caso de los hombres donde se muestra más "conciso" y ortodoxo, adjudicando, por ejemplo, propiedades "terapéuticas" a los diferentes modos musicales, cuyo efecto dependerá de la naturaleza de cada cual.

"Los espíritus del corazón se excitan por el sonido de fuera", y lo hacen en virtud de la recepción en su pecho del aire "trémulo y ondeado": es ésta una explicación que adopta un cariz empírico y que Nieremberg cita junto a la pitagórica que postula una semejanza entre el alma y el sonido.

La respuesta de los animales estará mucho más acotada: cada especie lo hará de una sola manera, sin que el autor dé más explicaciones.

Las plantas reaccionarán a la música siempre y cuando tengan sentido del oído o del tacto y, del mismo modo que en el caso de lo inanimado - capaz de percibir estímulos sonoros por la agitación del aire -, las explicaciones de Nieremberg se aproximan más a lo meramente físico.

En las relaciones que no aluden al hombre Nieremberg se muestra más pintoresco, sobre todo desde el punto de una tratadística musical cristiana que se había purgado de paganismo desde el bajo imperio, quedando prácticamente circunscrita a la teoría modal; ya en el prólogo del libro Ramón Andrés avisa del eclecticismo de Nieremberg y de que su heterodoxia le había costado más de una crítica.


Sin embargo el jesuita no andaba muy desencaminado en sus "desatinos". Aunque cree, como Aristóteles, que los animales no "perciben gusto con el canto", a través de Eliano nos recuerda que los árabes engordaban sus ganados con música. Hoy sabemos, por unos investigadores de la Universidad de Wisconsin, que la producción de leche aumenta en un 7.5% cuando estos animales se desenvuelven bajo el influjo de la música sinfónica.

En referencia al hombre, también pueden resultar extravagantes historias como la que cuenta citando a Escalígero, en la que "uno no podía detener las aguas" al escuchar el sonido de un arpa. En este último caso, y dado que se nos habla de un instrumento concreto, con sus características tímbricas, y no del efecto de un modo, podríamos decir que se trata de una explicación de carácter acústico. Un fenómeno similar explicaría las náuseas sufridas por parte del público durante los primeros treinta minutos de la película francesa "Irreversible", causadas por un ruido de fondo cuya frecuencia era de 28 Hz, es decir, prácticamente inaudible.

Sin abandonar el séptimo arte, escaso en esta película, en "La leyenda del DJ Frankie Wilde" el protagonista mantiene una relación táctil con la música, no porque su actividad neuronal sea similar a la de una planta, tal es el caso, sino a causa de la sordera producida por las condiciones en las que ha trabajado durante años y que sólo le permiten "percibir" el sonido a través de sus vibraciones o ante un espectrograma.

Al margen de lo entretenida que es la lectura de las extravagancias compiladas por Nieremberg, este pequeño libro sirve para entrar en contacto con una manera de concebir la música que, con diferencias de matiz, se extendió a lo largo de siglos y tuvo su origen en la escuela pitagórica, esa que, en palabras de Nietzsche, enuncia que sólo en las diferencias de proporción se fundamentan las distintas cualidades. Bajo la variedad de casos relatados por el autor subyace este principio general, origen de la ciencia en occidente.



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