sábado, 4 de julio de 2015

El genio III


En la disputa que Rousseau mantuvo con Rameau se enfrentaron la libertad creadora del genio y la estricta reglamentación intelectual. Quedó claro en la entrada anterior que para el ginebrino el genio está por encima de las reglas y es precisamente por esto por lo que está autorizado a imponer otras nuevas. Para Rameau, púgil entrenado en la escuela cartesiana, sin embargo, la música responde a principios universales y expresa el orden matemático al que obedece la creación.

Visto así, a Rameau parecería bastarle el conocimiento de las reglas armónicas para componer buena música. Pero no. Escribía Rameau en su Tratado de armonía que "hay un mundo de diferencia entre una música sin faltas y una música perfecta". En relación con esto mismo deja dicho en el Prefacio: "Es verdad que hay ciertas perfecciones que dependen del genio y del gusto (...) Por lo demás, este conocimiento perfecto sirve para poner a trabajar el genio y el gusto, que sin él se convierten a menudo en talentos inútiles".

Rameau, por tanto, y anticipándose a Rousseau, defiende el genio musical y entiende que no se debe ser estricto en exceso con las reglas, pero concluye que sin ellas el genio es insuficiente.