lunes, 13 de febrero de 2012

Música y ruido



Pero una vez inscrito en la estructura del ADN, el accidente singular, y como tal esencialmente imprevisible, va a ser mecánica y fielmente replicado y traducido, es decir, a la vez multiplicado y transpuesto a millones o a miles de millones de ejemplares. Sacado del reino del puro azar, entra en el de la necesidad, el de las certidumbres más implacables. Pues la selección opera a escala macroscópica, la del organismo.

Muchos espíritus distinguidos, aún hoy, parecen no poder aceptar ni incluso comprender que de una fuente de ruido la selección haya podido, ella sola, sacar todas las músicas de la biosfera. La selección opera, en efecto, con los productos del azar, y no puede alimentarse de otra forma; pero opera en un dominio de exigencias rigurosas del que el azar es desterrado. De estas exigencias, y no del azar, la evolución ha sacado sus orientaciones generalmente ascendentes, sus conquistas sucesivas, el despliegue ordenado del que parece darnos la imagen.
Jacques Monod. El azar y la necesidad. Barcelona, Tusquets, 1993.