martes, 18 de junio de 2013

Muerte y resurrección del rock


Esquire [la revista] me llamó [1967]. Hacia el final del segundo año allí, el editor Harold Hay me dijo que había oído que el rock estaba muerto y que si yo podía escribir un artículo diciendo que no era verdad. 
Escribí ese artículo sobre como el rock and roll no estaba realmente muriendo y por qué eso no iba a ocurrir. Y no lo editaron. Entonces me dejaron llevarlo al Village Voice y pregunté si podía escribir allí. 

Robert Christgau.

Robert Christgau, decano de la crítica rock. En la foto de la derecha junto a James Chance haciendo unas "contortions".

miércoles, 12 de junio de 2013

Como lágrimas en la lluvia II


Amplío aquí otro breve comentario que hice en el blog Los hijos bastardos de Henry Chinaski, en una entrada que trata sobre la importancia del directo en música pop a partir de la entrevista de Juan Puchades a Diego A. Manrique publicada por Efeeme. Lo que sigue, en cursiva, es el fragmento de la entrevista que da pie al comentario, que va a continuación.

JP: Tengo la sensación de que en los últimos años has abandonado la crítica de discos, ¿no la echas de menos?
DAM: Sí, pero no es que la haya abandonado, es que nos lo han puesto imposible, por lo menos en los medios en los que trabajo: ya fue terrorífico el formato de las críticas de ‘Tentaciones’ [suplemento joven de "El País"], que eran, yo qué sé, setenta palabras, y luego en ‘Babelia’ [suplemento cultural de "El País"] pueden ser un poquito más largas, pero no tenemos el margen de la gente de la literatura, del cine, del teatro. No hemos logrado la consideración de que un disco es un acontecimiento cultural tan grande como todo eso, venimos lastrados por esa idea del directo, eso es lo que importa.
Lo veía en “El País” y se me llevaban los demonios. Es decir, un concierto de un grupo que, seguramente, sumando las tres actuaciones que hace en España lo van a ver mil quinientas personas, tiene más espacio que un disco que lo puede escuchar un millón y medio de personas en unas semanas. Esa es una lucha que hemos perdido; a determinados discos se les debería de dar un tratamiento especial, pero no lo consigues. Es que es absolutamente acojonante. El concierto te puede justificar el tratamiento largo de un artista, pero no el disco, no es como vemos con el cine o incluso de algo que en muchos casos es muy minoritario, como el teatro, que tiene más espacio. Aunque también es cierto que el teatro ofrece muchos menos estrenos que el mundo del disco.
JP: ¿Es realmente una batalla perdida?
DAM: Sí, porque es esa idea que mantienen los periodistas mayores, por así decirlo, que pueden ser de cualquier edad, de que el directo es la máxima expresión de la música popular, y sobre eso discrepo totalmente, para mí la máxima expresión es el disco. Aunque eso tampoco te lo va a reconocer nunca ningún artista, porque, obviamente, viven del directo, pero me parece que un disco es tan merecedor de atención y de espacio y de estudio como una película.

Como acontecimiento desde luego que el disco es más importante y sorprende la torpeza de los directores de las secciones "culturales" de prensa. Después..., bueno, el disco es el referente principal y la base sobre la que se construye la biografía de una banda, que es esencialmente una discografía. 
Diego A. Manrique no justifica por qué el disco le parece la máxima expresión de la música popular, lo deja ahí apuntado. Quizás pueda deberse a que la madre de todas las batallas en la música pop a partir de mediados de los sesenta se da en el estudio (en alguna parte de la entrevista menciona a The Residents; difícil encontrar un ejemplo mejor*) Otra clave: los Beatles dejaron de tocar en 1966, justo después de Rubber Soul y antes de poner el pop patas arriba...desde el estudio. La tecnología aquí es algo fundamental, y en casa también: a partir del momento en que se dispone de buenos (y baratos) equipos de reproducción musical, el consumo de discos se dispara y la mayor parte del tiempo que dedicamos a escuchar música lo hacemos con las pantuflas puestas. Incluso ya a mediados de los sesenta se montan los primeros all-nighters alrededor de los djs: un pinchadiscos ocupa el lugar de los músicos. 
Con respecto a los discos en directo, siempre me ha parecido algo extraño lo de enlatar el cuerpo a cuerpo. Otra cosa son las grabaciones hechas en estudio con los músicos interpretando simultáneamente, sin overdubs, que sí creo interesantes**.


*Chris Cutler en su libro File Under Popular dice lo siguiente de The Residents: 
Cuando observamos a The Residents a través de sus producciones musicales encontramos un desarrollo de la técnica que es impenetrable, de ningún modo accesible desde nuestros habituales criterios de competencia instrumental o de búsqueda de similitudes dentro de un género conocido (una buena canción de country tiene que sonar como otras buenas canciones country, con variaciones esenciales menores - juzgamos sobre su calidad a partir de la interrelación de esos dos parámetros - ). (...) Mientras que el Jazz creció dentro dentro de una comunidad y nunca pudo eludir la facticidad de la actuación, esta nueva forma creció de manera directa a partir de las posibilidades inherentes a la nueva tecnología y desde la vida del sonido como sonido grabado. (...). The Residents eran, por encima de todo, un grupo nacido, educado y alimentado en el estudio de grabación. Y no de manera inconsciente; a causa de entender inmediatamente lo que era un estudio y cómo podía ser usado para componer, construir y llevar desde la concepción a la conclusión trabajos sonoros que tenían poco o nada que ver con la música tocada, construyeron el suyo propio. 
File Under Popular. Chris Cutler. ReR Megacorp. Londres, 1991.
** Por poner dos ejemplos, las grabaciones de Neil Young & The Stray Gators para Harvest o Whites Off Earth Now! de Cowboy Junkies.