miércoles, 30 de marzo de 2011

Artistas y genios




(...) el artista es una persona que comunica algo. Puede comunicarlo más o menos fácil y rápidamente o puede comunicarlo a un mayor o menor número de personas, pero es una cuestión de comunicación, no sólo de lo que algunas personas llaman expresión. En sentido más estricto, incluso podría decirse que no puede haber expresión a menos que exista comunicación. Sé que durante un tiempo ha existido la costumbre de decir que el artista expresa algo como si ello sólo significara que se libera de algo. Puede ser natural que el artista desee liberarse de su arte, sobre todo si consideramos lo que es a veces ese arte. Pero su tarea no consiste solamente en entregarse a sí mismo, sino también, y lo digo muy solemnemente, en entregar su mercancía. Esto es, como digo, una perogrullada, pero queda olvidada extrañamente en gran parte de la alharaca de moda acerca de la autoexpresión artística. El artista, en definitiva, se muestra como un ser inteligente al hacerse inteligible. No digo haciéndose fácil de comprender, sino siendo verdaderamente comprendido.

Sin embargo, aún se habla mucho del espíritu aislado e incomunicable del hombre genial, de que hay en él cosas demasiado profundas para poder ser expresadas y demasiado sutiles para que puedan ser objeto de la crítica general. Esto es precisamente lo falso con respecto al artista. (...) la finalidad del músico habría de ser, evidentemente, morir con toda su música fuera de él, aunque rara vez se pueda conseguir ese estado de cosas ideal.

La cuestión es, no obstante, que no basta con que el músico saque su música fuera de él sino que además debe introducir su música en algún otro. (...) si todo lo que puede decir el músico es que posee una fuerza y una pasión secretas, que su imaginación es visitada por visiones que el mundo ignora por completo, que tiene conciencia de un punto de vista enteramente propio y que no puede expresarse de una manera común y comprensible, entonces es como si dijera sencillamente que no es artista, y ahí termina el asunto.

G. K. Chesterton. Sobre el verdadero artista. El color de España. Sevilla, Espuela de plata, 2009.