sábado, 3 de mayo de 2008

Faustakraut pasta. (I)


Se suele llamar MONSTRUO al acuerdo desacostumbrado de elementos disonantes: el Centauro, la Quimera son definidos así por quien no comprende. Yo llamo monstruo a toda original e inagotable belleza.


Alfred Jarry, L' Ymagies, n¼ 2 (1898).


J'ai mal aux dents, j'ai mal aux pieds aussi.


J’ai mal aux dents.The Faust tapes.Virgin Records(1973)





¿Krautqué?

Comenzaron como la jugada promocional de un periodista, fueron el epítome de la corriente de música popular alemana más conocida junto a la
Neue Deutsche Welle - el Krautrock -, disfrutaron de cierto éxito en el Reino Unido y desaparecieron al poco tiempo dejando apenas media docena de grabaciones. Durante los años 90 volvieron a la palestra espoleados por el "hype" de la electrónica, convirtiéndose en uno de los clásicos referentes a la hora de exhibir pedigrí. Puente entre, pongamos, Apex Twin y Stockhausen; cimiento para la futura música industrial - Throbbing Gristle - y el indie más intrépido - Pavement -..., su sombra es alargada y recorre las más de tres décadas transcurridas desde la publicación de sus discos.

Lo que sigue es el relato de un periplo bastante personal a través de la música de estos greñudos muchachos de Wumme, porque, lo reconozco, de los lampiños
Faust de hoy no sé prácticamente nada, excepto que siguen en activo. Será una breve deriva con más de una digresión y tratando de evitar, en la medida en que sea capaz, el lugar común de embutir a esta delirante banda en el controvertido corsé kraut.

Y es que
krautrock es una denominación bajo el signo de la sospecha, puesta continuamente en solfa por no pocos críticos alemanes al tratarse más de una cuestión postrera, fruto de la recepción que el rock alemán haya podido tener en el Reino Unido, que de algo cocinado en suelo teutón.

Es sobre todo a partir del libro de
Julian Cope, "Krautrock sampler", cuando la prensa británica - y, de manera gregaria o interesada, parte de la alemana - se ocupa en la re-creación del estándar "Kraut". Pero al parecer, el trabajo del ex-Teardrop Explodes es tan entusiasta como falto de rigor y si bien funcionó y funciona - Cope acaba de repetir la maniobra con el rock nipón - como detonador de una corriente de interés por esta música, lo que justifica de sobras su edición, no parece ser un recurso histórico fiable.

71 Minutos


Me introduje en la música de Faust con "71 minutes of...", una compilación de inéditos grabados entre 1971 y 1975.

El disco se inicia con "Munic A", un corte de casi 12 minutos en el que a una pauta rítmica muy sencilla, marcada por unos tambores y un sintetizador, se le van añadiendo guitarras, voces, zumbidos y percusiones. Este patrón es similar al del siguiente corte, "Baby", que se construye sobre una linea de bajo y percusión, repetida cíclicamente, a la que se unen riffs de guitarra "fuzz"; tal progresión es interrumpida dando paso a un interludio en el que se suceden voces fantasmales, desvaríos electrónicos y cacharrería percutiva varia para, finalmente, acabar como se empezó. El resto del disco discurre entre la escurridiza filiación folk de "Psalter", la sonoridad futurista de "Party 3", la sedante ambientación de "Meer" o la desquiciada "Party 5", con una voz que repite hasta la extenuación la frase "25 yellow doors and the waltz of the pumpkin".

Como característica común a muchas de las composiciones de los alemanes destaca la desestructuración de las canciones en farragosos agregados sonoros con ausencia de regla melódica o rítmica alguna. El resultado es una música tan elusiva como sugerente y, algo de agradecer, libre de todo rigor y pedantería instrumental, al margen de la seriedad que estaba adquiriendo el rock en ese momento, cuando, en su mayoría de edad, buscaba trascender sus “pedestres” orígenes sin encontrar para ello mejor salida que la de hacer música para músicos.

Tras la escucha del disco uno se queda con la sensación de haber topado con uno de esos tesoros ocultos de la historia de la música rock, una de esas referencias de culto a las que se recurre para explicar tal o cual tendencia o estilo, como lo son The Velvet Underground o Captain Beefheart, hitos en la historia del género. Me faltó tiempo para buscar sus primeras grabaciones.

RIO

"71 minutes of..." fue editado por ReR Megacorp, sello creado por Chris Cutler, músico inglés de larga trayectoria y autor del libro "File Under Popular", en el que se parte de una revisión del concepto de música popular para finalizar con un capítulo dedicado al análisis de la música progresiva y sus implicaciones sociopolíticas. Entre ambos textos se incluyen otros dedicados a figuras como Phil Ochs o Sun Ra, hilvanando un interesante ensayo que suma a su carácter especulativo la visión de alguien que ha estado - está todavía - metido en harina.

Cutler privilegia en su análisis la visión política y sociológica, siendo la denominación de "Rock In Oposition" - RIO - una de las fórmulas incluidas en el libro que más ha trascendido, hasta el punto de convertirse en una suerte de etiqueta bajo la que se agrupan diversas propuestas musicales con el denominador común de la autonomía creativa frente a "lo establecido", actitud que en ocasiones implica un acercamiento al legado musical del país de origen. Dicho de una manera algo tosca: el RIO vendría a agrupar un cierto tipo de música elaborada al margen de los estereotipos impuestos por el mercado anglosajón; no se trata, por tanto, de un estilo.

Los criterios de selección serían fundamentalmente, amén de los musicales, temporales: los grupos enumerados por Cutler, además de presentar ciertas similitudes estilísticas con su banda Henry Cow, le son contemporáneos. A pesar de ser un término circunscrito a un reducido número de grupos se sigue empleando actualmente para referirse a formaciones que actúan bajo coordenadas similares a las establecidas inicialmente.

Studio Work

File Under Popular renovó mi interés por algunos de los célebres "excéntricos" de la música pop y del jazz: The Residents, Sun Ra... Faust aparecía en una breve reseña de uno de los epígrafes del libro, asociados a la evolución del rock progresivo en Inglaterra pero agrupado junto a otras formaciones bajo el título de Studio Work. En este apartado las menciones a la importancia del trabajo de estudio, a la influencia de la "música concreta" y el hecho de incluir a The Residents en la lista hizo que mis prejuicios con respecto al término "progresivo" dieran paso a toda una serie de dudas que habría de resolver escuchando cuanto antes las obras enumeradas.

Hablar de "rock progresivo" a alguien que había crecido con la nueva ola, el revival del 60's punk y la explosión grunge de finales de los 80 era como mentarle a la bicha. El libro de Cutler me sirvió como antídoto al miope fundamentalismo rockero que había incubado durante años. La puntilla al prejuicio se la dio la adquisición de un disco compacto titulado Música Progresiva Española en el que encontré una serie de grupos - Máquina!, Música Dispersa, Agua de Regaliz, etc. - en los que primaba una actitud ante la música más amateur y lúdica que la plúmbea y estomagante que yo asociaba con la dichosa etiqueta.


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