miércoles, 3 de diciembre de 2008

Tsukiko Amakawa + Núcleo O.M.E.GA



Tsukiko Amakawa+ Núcleo O.M.E.GA
Sala NASA
San Lourenzo, 51-53 B, Santiago de Compostela
21:30 h. Entrada 5 €.

Hoxe día 3 de decembro, na sala NASA de Santiago de Compostela, terá lugar una nova sesión vibracional na que van participar músicos do colectivo de improvisación O.M.E.GA e a pianista Tsukiko Amakawa.

As Sesións Vibracionais consisten nunha serie discrecional de actuacións presentadas na NASA e que están centradas na música experimental, a improvisación libre ou conducida, etc..

Neste caso o Núcleo O.M.E.GA consta de dous músicos, o contrabaixista Pablo Pérez e o vibrafonista Carlos Castro, aos que se une a pianista xaponesa. Executarán pezas de maneira conxunta e a solo.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Zan Hoffman & Masters of the Ungentlemanly Art



La Casa Fantom +
Zan Hoffman's Masters of the Ungentlemanly Art +
The Black Gramola Conspiracy

Casa das Atochas, A Coruña
21 nov 2008, 20:30 h
Entrada 4

En 1982 Zan Hoffman descubrió la magia del sonido a través del micrófono de su walkman: la abracadabrante fórmula "pause + rec" le permitía, pertrechado con un rudimentario Panasonic, auscultar el multiverso sonoro oculto entre las cuatro paredes de su habitación. Al poco tiempo empezó a registrar las primeras expediciones sonoras por el entorno doméstico, las roomscapes, actividad que le llevaría a la creación del sello Zidsick, en 1984, un modo de intercambiar grabaciones originales con hometapers - gente que, como Hoffman, grababa su música en cinta de casete - de todo el mundo y aportar así su granito de arena a la "cassette culture".

Hagamos un poco de historia. Los últimos años de la década de los 70 vieron el apogeo de la cultura del "hazlo tú mismo" y el impulso de la ética de la autogestión. En el Reino Unido, The medium was the tedium, sencillo de Desperate Bicycles, se considera el hito de un periodo de febril autoedición que durará aproximadamente tres años, alcanzando un pico de más de 800 sellos discográficos indies en 1980.

La contrapartida de la ética DIY - siglas para Do it yourself, hazlo tú mismo - fue el descenso exponencial en la calidad musical de las grabaciones y la saturación del "mercado" por sobreabundancia de artistas, un caso de muerte por éxito. La situación de incertidumbre hacía que los grupos se lo pensaran dos veces antes de invertir los ahorros en la grabación de un disco cuyas posibilidades de hallar destinatario eran más que remotas. Se presentó así la ocasión para la cinta de casete, un medio mucho más económico para editar - ya se disponía de grabadoras de 4 pistas a precios asequibles - y que además permitía el contacto directo vía correos con un público que podía encontrar en el mercado reproductores de casete a precios también populares. Era un nada desdeñable paso adelante en la lucha contra los intermediarios en el negocio musical desde que, con el punk, se desatara la guerra a las multinacionales: el cambio de paradigma en la recepción y distribución musical estaba servido.

Por un lado, esta floreciente cultura del casete fue inmediatamente captada por la industria, que pretendía canalizar el potencial torrente de creatividad y dinero que manaba del post-punk. Por otro, cientos de grabaciones de artistas irrecuperables para el mainstream continuaron circulando a través de las oficinas de correos de todo el mundo, y lo harían hasta solaparse con la llegada de los formatos digitales. El interregno de la cinta magnética duraría aproximadamente cinco años, entre 1979 y 1984, pero algunos de sus instigadores se mantuvieron en activo hasta el presente. Tal es el caso de Zan Hoffman.

En la cultura del casete, además del contenido importaba el continente; el diseño de la portada o la confección del empaquetado permitían incorporar técnicas que los artistas vinculados a movimientos post-Fluxus acostumbraban a usar. De este modo la interacción entre los que se movían en el ámbito del mail art, la poesía visual, el copy art o el stamp art y los hometapers era bastante habitual.

Zan Hoffman cambiaba arte por correo antes de saber que existían redes de distribución de casetes. A través de la sección Castenettes del mítico fanzine Op Magazine, en la que se reseñaban cintas caseras, entró en contacto con personas que intercambiaban su música en este formato. Compiló sus grabaciones bajo el título de The Subtle Art of Puddle Pushing, a cargo de los Zanstones, y comenzó su andadura en el mundo de la cassette culture.
*

La música de Zan conserva el carácter especulativo y lúdico de sus primeras roomscapes. El modo de trabajar iterativo asociado a los proyectos desarrollados en colaboración se vale de la reinterpretación sucesiva del material de partida, por lo que técnicas como el reciclado, el collage o cualquier otro tipo de intervención sobre un material dado son recursos habituales en este prolífico músico.

Masters of the Ungentlemanly Art y Here Be Monsters son algunos de los nombres para sus trabajos colaborativos. Como Zanstones presenta en directo material grabado previamente en la ciudad que le acoge y desde 1993, con el alias de Bodycocktail, sus ocurrencias proto-new wave-desquiciado en torno a un teclado/sampler Ensonic Mirage.

Compartir espacio con Zan Hoffman es celebrar más de 25 años de actividad musical errática y marginal - en el buen sentido -, compulsiva, lúdica, asociativa y cientos de cosas más. Una cita ineludible.

Casa das Atochas
Atocha alta, 14
A Coruña

Z. H. estará además en:

20 nov 2008 21:00 - A cova dos ratos, Vigo
22 nov 2008 20:00 - Estarlux, Ferrol

El cartel que encabeza esta entrada es obra de Sergi S. Massó.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Juan Eusebio Nieremberg y las razones de la música



Oculta filosofía. Razones de la música en el hombre y la naturaleza.
Juan Eusebio Nieremberg
Edición y prólogo de Ramón Andrés
El Acantilado. Barcelona, 2004

Sistema para el engorde del ganado, remedio para la picadura de la tarántula, modo de aplacar las pasiones o antídoto contra la destemplanza y hasta el apetito sexual, Juan Eusebio Nieremberg (1595 - 1658) aglutina en este libro una extravagante variedad de usos para la música en su faceta más pedestre. En contraste, este jesuita madrileño alude también al carácter transmundano que adquiere cuando es adscrita a la institución divina del orden universal, junto a la aritmética y la geometría. De este modo, Nieremberg responde al clásico modelo de tratadista erudito que, a fuerza de citar autoridades va exponiendo toda una plétora de efectos musicales, tanto en el ámbito de lo animado - hombres e "irracionales" - como en de lo inanimado, sin olvidar la habitual consideración de la música como "concierto del mundo", es decir, como armonía universal.

Relación de hechos pintorescos y supersticiosos aparte, los trece capítulos de Curiosa y Oculta Filosofía compilados en este opúsculo son una buena y breve introducción a la tratadística musical centrada en el ethos, teoría que cubre un largo período que va desde sus inicios griegos hasta la ilustración.

Tomo directamente del diccionario New Grove la definición de ethos:
El ethos sería entendido como un atributo no solamente de las personas sino también de los fenómenos musicales, que son en este sentido, considerados como vehículos para transmitir actitudes éticas, careciendo de cualquier tipo de naturaleza moral en si mismos.

Este atributo, propio tanto de la poesía como de la música, consistiría, pues, en la capacidad de "generar estados de ánimo" o de modificarlos.

Platón, por ejemplo, hablaba de la dimensión ''ethética'' de la música para referirse a su capacidad de influir sobre el carácter de quien la escucha; así, en uno de los diálogos de La República, Sócrates considera a la armonía lidia mixta como lastimera e impropia para varones y se refiere a su laxitud, cualidad que la invalida para ser ejecutada ante un público formado por guerreros.

En Oculta filosofía, la alusión al ethos modal se concreta en la cita de Casiodoro y sus quince tonos - diferencia o cantidad de todo el sistema armónico que se basa en la entonación o en el nivel de la voz -, de los que se citan los cinco principales - dórico, jónico, frigio, eólico y lidio -. De este modo Nieremberg se sitúa en una tradición cristiana que, a través de Casiodoro y su contemporáneo Boecio, se remonta a San Agustín y finalmente a Grecia, por su inspiración en las fuentes pitagóricas y platónicas.
Si bien existe un elemento común en las distintas exposiciones de la teoría del ethos - la antes aludida transmisión de actitudes - también es cierto que para los diferentes autores, sus causas y consecuencias no siempre coinciden.

Juan Eusebio Nieremberg explica en el capítulo XXII que los "espíritus del cuerpo" se alteran "conforme el modo y ley de los números y tonos músicos". Es en el caso de los hombres donde se muestra más "conciso" y ortodoxo, adjudicando, por ejemplo, propiedades "terapéuticas" a los diferentes modos musicales, cuyo efecto dependerá de la naturaleza de cada cual.

"Los espíritus del corazón se excitan por el sonido de fuera", y lo hacen en virtud de la recepción en su pecho del aire "trémulo y ondeado": es ésta una explicación que adopta un cariz empírico y que Nieremberg cita junto a la pitagórica que postula una semejanza entre el alma y el sonido.

La respuesta de los animales estará mucho más acotada: cada especie lo hará de una sola manera, sin que el autor dé más explicaciones.

Las plantas reaccionarán a la música siempre y cuando tengan sentido del oído o del tacto y, del mismo modo que en el caso de lo inanimado - capaz de percibir estímulos sonoros por la agitación del aire -, las explicaciones de Nieremberg se aproximan más a lo meramente físico.

En las relaciones que no aluden al hombre Nieremberg se muestra más pintoresco, sobre todo desde el punto de una tratadística musical cristiana que se había purgado de paganismo desde el bajo imperio, quedando prácticamente circunscrita a la teoría modal; ya en el prólogo del libro Ramón Andrés avisa del eclecticismo de Nieremberg y de que su heterodoxia le había costado más de una crítica.


Sin embargo el jesuita no andaba muy desencaminado en sus "desatinos". Aunque cree, como Aristóteles, que los animales no "perciben gusto con el canto", a través de Eliano nos recuerda que los árabes engordaban sus ganados con música. Hoy sabemos, por unos investigadores de la Universidad de Wisconsin, que la producción de leche aumenta en un 7.5% cuando estos animales se desenvuelven bajo el influjo de la música sinfónica.

En referencia al hombre, también pueden resultar extravagantes historias como la que cuenta citando a Escalígero, en la que "uno no podía detener las aguas" al escuchar el sonido de un arpa. En este último caso, y dado que se nos habla de un instrumento concreto, con sus características tímbricas, y no del efecto de un modo, podríamos decir que se trata de una explicación de carácter acústico. Un fenómeno similar explicaría las náuseas sufridas por parte del público durante los primeros treinta minutos de la película francesa "Irreversible", causadas por un ruido de fondo cuya frecuencia era de 28 Hz, es decir, prácticamente inaudible.

Sin abandonar el séptimo arte, escaso en esta película, en "La leyenda del DJ Frankie Wilde" el protagonista mantiene una relación táctil con la música, no porque su actividad neuronal sea similar a la de una planta, tal es el caso, sino a causa de la sordera producida por las condiciones en las que ha trabajado durante años y que sólo le permiten "percibir" el sonido a través de sus vibraciones o ante un espectrograma.

Al margen de lo entretenida que es la lectura de las extravagancias compiladas por Nieremberg, este pequeño libro sirve para entrar en contacto con una manera de concebir la música que, con diferencias de matiz, se extendió a lo largo de siglos y tuvo su origen en la escuela pitagórica, esa que, en palabras de Nietzsche, enuncia que sólo en las diferencias de proporción se fundamentan las distintas cualidades. Bajo la variedad de casos relatados por el autor subyace este principio general, origen de la ciencia en occidente.



jueves, 30 de octubre de 2008

Faustakraut pasta (III)



El Mcguffin
Aunque revolucionaria, la aportación de McCartney y – posteriormente – Lennon a la música pop se ajustaba a un formato musical “clásico”, en el sentido en que, en la mayoría de los casos, las innovaciones no afectaban al andamiaje de las canciones, sino que eran integradas de modo ornamental.
Tomorrow never knows, uno de los momentos más brillantes de Revolver, destaca por el novedoso ritmo marcado por la batería, mientras que el trabajo de tape loops, aunque original e innovador, no desempeña el papel preponderante que tiene en Baby, de Faust, por poner un ejemplo.

En su esfuerzo por desentenderse de la influencia anglosajona en su música, Faust soltaban lastre elevándose sobre cualquier preconcepto formal, aunque sin llegar al ensimismamiento que conduciría a muchos grupos a los excesos del art rock. Pero nadie es perfecto: cocinaron más de un tostonazo, quizás para recordarnos que estábamos en los años setenta y era muy difícil evitar un menú en el que algún plato no viniese sazonado con grandes dosis de (in)trascendencia.Los Beatles se valieron de las máquinas y la química para estimular su creatividad, mientras que en la forma de trabajar de Faust la propia tecnología adquiría el mayor de los protagonismos. Sin minimizar la importancia del factor humano, los alemanes dejaban espacio a la "creatividad" inherente a las máquinas, las cuales habían dejado de ser sólo un medio para hacer música. Esta característica queda refrendada por la "ausencia" escénica de los músicos: el protagonismo era para sus misteriosas "cajas negras”.

En ambos casos el papel de los tape op e ingenieros fue fundamental. Los Beatles usaron en Revolver artilugios como el Artificial Double Tracking, diseñado por el ingeniero de los estudios Abbey Road Ken Townsend, con el fin de doblar voces en tiempo real; el altavoz Leslie, con el que se procesó la voz de Lennon en Tomorrow Never Knows o los propios tape loops, resultado de quitar la cabeza borradora a una grabadora de cinta.

Faust no contaban con el nutrido equipo de técnicos de EMI, pero la Deutsche Grammophon les proporcionó material de sonido y al ingeniero Kurt Graupner, responsable de la construcción de unas cajas de plexiglás negro, diseñadas por Joachim Irmler, que permitían conmutar diferentes efectos sonoros como eco, fuzz, distorsión o wha-wha.

¿Y esa mención al dopaje de Los Fab Four hecha dos párrafos más arriba? ¿Es que los alemanes sólo llevaban té y pastas al estudio? Negativo. Baste decir que Kurt Graupner afirmaba estar continuamente colocado a causa de la atmósfera que se respiraba en la granja de Wümme. Cansado de la situación optó por colar el bulo de que los cabezales de la grabadora podían verse afectados por la alta toxicidad del ambiente. La sucesión de anécdotas de este tipo hicieron de la vida en la granja algo que recuerda bastante a las alucinadas sesiones de grabación de Trout Mask Replica, comandadas por un desaforado Captain Beefheart. Aunque sé que este tipo de cotilleos no suelen interesar a nadie es posible que volvamos con ellos en próximas entregas...De momento nos quedamos con la importancia que las sustancias psicoactivas, además de la dotación tecnológica, tuvieron para ambos grupos.
Mientras los alemanes hacían tabula rasa, los Beatles, sin embargo, incorporaban cualquier hallazgo sonoro a su bagaje musical, en clara mutación desde Rubber Soul. Para Faust la música había de ser depurada, mientras que para los de Liverpool ampliada; pero ambos tenían en común el recurso a la experimentación, palabra que en cierto sentido es más apropiada para describir el trabajo de los ingleses, debido a la mayor cantidad de restricciones de las que partían.

Escuchar Sgt. Pepper’s lonely hearts club band supone asistir a la puesta de largo de la música pop. A su lado, algo como 71 Minutes of... o The Faust Tapes aparece como un abigarrado conjunto de desvaríos sonoros gestados en los límites de lo popularmente tolerable.

En esta postiza comparación entre Beatles y Faust, un simple Mcguffin para observar de cerca algunos aspectos de dos de mis grupos favoritos, paso por alto no sólo la diferencia del contexto en que cada uno hizo su música, sino el lapso de más de seis años que separa Revolver de las primeras grabaciones incluídas en 71 Minutes of..., una eternidad en la meteórica carrera de la música pop; basta con tener en cuenta que entre She loves you y Tomorrow never knows hay menos de tres años de diferencia.

Sin embargo sí existe una relación diacrónica entre ambos. Los alemanes intentaron minimizar la presencia de lo anglosajón en su sonido, pero con ello no hacían más que afirmar su importancia. En este sentido se podría decir que sin los Beatles, Faust no hubieran existido, o de haberlo hecho, hubieran sido algo diferente a lo que fueron.


FFMI / Festival Fase de Música Improvisada



Cita coa música improvisada na Fundación Luis Seoane da Coruña. Dous concertos: o primeiro de Jozef Van Wissem (laúde) e Miguel Prado (guitarra) o día 31 de outubro e o segundo o 28 de novembro a cargo de Radu Malfatti e Taku Unami. Organiza a Asociación Cultural Fase.

sábado, 4 de octubre de 2008

Pecados.



Supoño que o festival Sinsal xa está bastante asentado no panorama musical galego e non precisa de moita publicidade; aínda así nunca está de máis recordar que xa comenzou a súa temporada de outono .

Sen embargo, esta entrada ten como motivo unha feliz nova proposta na axenda cultural galega: do 8 de outubro ao 9 de decembro vaise celebrar en Pontevedra o "ciclo de músicas prohibidas" Pecados: intercambio de cds nas prazas da Peregrina e da Verdura e concertos de Duo Dithyrambe, Toumani Diabaté, Stereolab e The Residents. Máis información aquí.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Locus Solus.


El próximo domingo, día 28 de septiembre, tendrá lugar, a las diez de la noche, una nueva emisión en streaming de Locus Solus: una hora de sonidos recoletos a discreción.

Está pasando.


Revisando mi buzón de correo me entero de que desde el día 20 al 28 de este mes se viene celebrando en Lisboa RadiaLx, un festival de arte radiofónico. Conferencias, talleres y actividades diversas en torno a las posibilidades de este infravalorado medio. Pinchando aquí se pueden escuchar en streaming las emisiones del festival...Más vale tarde que nunca.

martes, 26 de agosto de 2008

Los discos



Dicen que corren buenos tiempos para los vinilos; sí, los discos, esos objetos plásticos circulares que se venden embutidos en fundas de cartón vuelven con nuevos bríos en la era del ipod.

Este testarudo formato ha sobrevivido desde la aparición del compacto gracias, sobre todo, al trabajo de los sellos independientes; y lo ha hecho en precario, con tiradas cortas aumentadas, si había suerte, por sucesivas reediciones y generalmente como opción alternativa a la digital.

El mercadeo en tiendas de segunda mano ha sido otro de los factores que ha contribuido a la superviviencia del disco: en este sentido sería interesante conocer el volumen de negocio en sitios web como eBay o MusicStack.

Hay que destacar también la figura del pinchadiscos o la importancia de la cultura hip-hop con el afanado "crate-digger", tenaz buscador de tesoros en 7 y 12".

Algunas cifras (para EE UU): en 2007 se vendieron cerca de un millon de Lps, lo que supone un ligero incremento frente a las 858.000 de 2006; para este año se espera superar el millón y medio (más información aquí).

Quizás este repunte en sus constantes vitales se deba a un ejercicio de nostalgia y ante la virtualización de las grabaciones musicales haya consumidores que, de retornar a un soporte "real" prefieren el vinilo al cd; una decisión, por otra parte, bastante razonable dado que se está popularizando la costumbre de incluir en el disco un bono para descargar su mismo contenido en formato digital comprimido: un "dos por uno".

Para los fetichistas del microsurco y los aficionados al "high-end" sobran las justificaciones para acudir a este viejo soporte: arte pop en 31x31 centímetros; cubiertas dobles, triples, cuádruples, ...; insertos de diverso tipo; vinilo de color; "picture-disc"; calidad de sonido; calidez en el sonido...

Para los coleccionistas de exquisiteces es un formato ineludible, ya que gran número de las rarezas que buscan no han participado en el proceso de canonización de la música popular que ha supuesto la reedición selectiva en forma de disco compacto.

Para otros simplemente se ha convertido en una costumbre y no han dejado de comprar discos por la misma razón por la que no han dejado de percibir la música de un artista de manera "discreta", es decir, en lotes sucesivos de ocho, diez, doce o n canciones.

En fin, se puede decir que si bien el disco compacto ofrecía ciertas ventajas sobre el de vinilo en cuanto a la comodidad en el manejo o su resistencia y duración - su salida al mercado fue promocionada mundialmente con el eslogan "perfect sound forever" - lo rácano de su físico supuso a la larga la puesta en valor del denostado disco de vinilo, que ha pasado a convertirse en un objeto de culto más que en un mero soporte de contenido musical.

Para completar esta breve incursión en la actualidad de los discos recomiendo un artículo escrito desde la perspectiva del coleccionista. Lo podéis encontrar en el número cuatro del recomendable fanzine La Escuela Moderna, incluyendo consejos para su almacenaje, para pinchadiscos o dirigidos a esos "últimos de Filipinas" que aún grabamos cintas de casete - ¡glub! -.

Yo ordeno mi colección por estilos y en riguroso orden alfabético, mezcla de A.2 y A.6 en la nomenclatura que usa Kiko Amat en su artículo, con un apartado para las últimas adquisiciones, que han de estar más a mano.

(El sujeto de la foto, víctima de un sofocón vinílico, es John Zorn...Me pregunto cómo los tendrá ordenados él...)

lunes, 25 de agosto de 2008

Faustakraut pasta (II).



Post-punk avant la lettre
El crítico británico Simon Reynolds destaca el ascendiente que la figura de David Bowie tuvo durante el período que va desde 1978 a 1984, los años inmediatamente posteriores a la defunción del punk, por medio de los dos discos que grabó en Alemania junto a Brian Eno: Low y Heroes. Ambos, ejemplos de un pretendido "rock continental", distanciado del original sonido del género, tan patente en Young Americans.

Los postpunkers tenían la certeza de que la ruptura con el pasado del rock afectaba no sólo a su contenido, labor acometida por el punk, si no que debía incluir también la forma, aspecto que éste había pasado por alto.

Así, de forma paradójica, el extraordinario salto cualitativo que el post-punk supuso con respecto a las formas más conservadoras, y más exitosas, del rock de los setenta y a su antecedente más inmediato - el punk - tuvo su punto de apoyo en un músico que, sin embargo, había participado en la construcción del canon del rock.
La búsqueda de ese sonido continental al que hacíamos alusión unos renglones atrás está en el origen de Faust, condición que les hace pasar con solvencia la prueba de paternidad del postpunk, sea por vía directa o a través del trabajo de Bowie y Eno. Pero de esto nos ocuparemos más adelante...

Unos años antes de que nuestros protagonistas ocuparan una antigua granja en las afueras de Wümme los Fab Four habían empezado a trabajar sobre sonidos fijados; no eran los primeros en hacerlo, pero sí eran los pioneros en el ámbito de la música pop. Vamos a observar un poco más de cerca.


Stockhausen y mañana quién sabe

Las posibilidades apuntadas por The Beatles a partir de Rubber Soul y que alcanzarían su cima en Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band eran el producto de la manipulación e incorporación de sonidos grabados a la paleta instrumental de la música pop: los tape loops incorporados en Tomorrow Never Knows o la superposición de capas de sonido en A day in the Life daban cuenta de la íntima vinculación entre tecnología y estética musical, en el sentido de aprovechar los recursos que aquélla ofrece para ir más allá de las convenciones formales del momento.


Esto no era nada nuevo, la innovación tecnológica ha tenido desde siempre un enorme impacto en el desarrollo de la música. El perfeccionamiento de los instrumentos musicales había supuesto el nacimiento de la "sonata" tras siglos de música en la que la voz era el elemento principal, dando así carta de naturaleza a la música instrumental; por no hablar de lo que ha significado la digitalización del sonido en lo que a posibilidades de composición y ejecución se refiere. Ahora era el momento de trabajar directamente sobre el material grabado incorporando el resultado como un elemento constitutivo de igual rango al originado instrumentalmente.

Pero no sólo estaban The Beatles como referente inmediato: la verdadera genealogía de Faust habría que buscarla en uno de los iconos de la kosmische musik germana: Karlheinz Stockhausen.

Desde un punto de vista estético, su trabajo de deconstrucción del himno alemán en Hymnen supuso un modo de reconciliarse con la cultura de su país, una cuestión algo embarazosa para los artistas tras la Segunda Guerra Mundial y a la que los músicos germanos más jóvenes no fueron ajenos; por otra parte había sido uno de los pioneros en el uso de todo tipo de artefactos tecnológicos de manipulación sonora, entre ellos los tape loops.

Paul McCartney, quien contrariamente a lo que se piensa opositaba, como Lennon, al puesto de “beatle intelectual”, había quedado impresionado por el trabajo de Stockhausen en Gesang der Junglinge, hecho que justificará su aparición en la portada de Sgt. Pepper. A él se debe el empleo de loops en Tomorrow never knows , corte que podría ser definido como música pop del futuro por el novedoso uso de técnicas de “no-músico”, empleando una definición posterior y debida a ese otro personaje vinculado a la kosmische musik del que hablábamos hace un momento: Brian Eno.

miércoles, 16 de julio de 2008

ArtEx Sonora


Con certo retraso e tras practicarlle un exorcismo ó PC para escorrentar uns meigallobytes que lle facían a vida imposible, colgo esta nova entrada no blog dando conta dunha serie de actuacións que terán lugar no MACUF da Coruña durante este mes de xullo, a saber:

- Manuel Gião / Manuel Gião + Ángel Faraldo (improvisación)
Martes 15 de Julio, 20:30 horas

- Xedh
Martes 22 de Julio, 20:30 horas

- Durán Vázquez
Miércoles 30 de Julio, 20:30 horas

- Yuaf
Martes 5 de agosto, 20:30 horas

Pódese escoitar un avance nesta web e obter máis información sobre a mostra nesta outra.

miércoles, 11 de junio de 2008

São Paulo Underground


Dentro da interesante e variada programación de "Espazos sonoros", plausible iniciativa da Consellería de Cultura e Deporte da Xunta, o venres 13 e o sábado 14 de xunio, en Santiago e Allariz respectivamente, poderase escoitar a São Paulo Underground.

Esta formación, radicada en Brasil, conta entre os seus integrantes con Rob Mazurek e
Mauricio Takara. O primeiro é un músico e artista participante en diversas formacións da escena post-rock e avant-jazz de Chicago, moitas delas accesibles a través do selo discográfico Thrill Jockey; o segundo é un excepcional percusionista brasileiro cunha longa lista de colaboracións que inclúe a Nana Vasconcelos, Damo Suzuki, Cidadão Instigado, Otto, Thomas Rohrer ou Nação Zumbi, ademais de editar traballos co seu nome ou formando parte de Hurtmold.

Podes escoitalos aquí.

domingo, 25 de mayo de 2008

Ayler, Henritzi, Fukuoka & Karino no CGAI


Walking in the Shadow - Improvisacións.
Kumiko Karino - Fotografías.
Kasper Collin: My name is Albert Ayler – Documental.


23 de maio, CGAI, A Coruña.


Fans de Albert Ayler, non temades, nin se trata dunha desas prácticas mercantís necrófilas nas que un artista é convocado a participar sin, claro, o seu consentimento, nin dunha jam-session de ouija levada a cabo por ocultistas afeccionados á música improvisada...Aínda que dada a multidisciplinariedade das manifestacións artísticas contemporáneas quén sabe,..., todo podería ser...


Ben, do que se tratou foi dunha cita coa imaxe e a improvisación no CGAI o pasado venres 23 de maio. A cousa dividiuse en dúas partes.


A primeira consistiu na proxección dunha serie de fermosas fotografías en branco en negro do artista xapones Kumiko Karino acompañadas pola música de Michel Henritzi e Rinji Fukuoka - guitarra e violín, respectivamente -, aka Walking in the Shadow. Logo dunha pausa, poidemos ver a longametraxe documental "My name is Albert Ayler", do sueco Kasper Collin.


Non é habitual ter a posibilidade de escoitar a músicos coma estes na Coruña. A cita anual co ciclo de jazz da Fundación Barrié xa trouxo a esta cidade, en dúas ocasións, ó músico neoiorquino John Zorn, exemplo dunha aproximación á música improvisada que introduce o xogo como medio de modificar a estructura das composicións en tempo real, cun resultado que as afasta do jazz máis ortodoxo.


Propostas como a de Zorn ou a de Henritzi e Fukuoka móvense dentro dese ámbito da improvisación que hibrida diferentes tradicións e que descurre cara adiante ó longo de novas directrices. Por isto, e a pesares de ser incluidas habitualmente nos certames de jazz, corrente afín no seu plantexamento de base, diferéncianse déste nos seus rendementos.


No caso de John Zorn os referentes parten do traballo da AACM [Association for the Advancement of Creative Musicians] e da BAG [Black Artists Group] - que misturaron a liña trazada polos Cage, Partch ou Kagel coa do jazz - incorporando músicas como o metal, as bandas sonoras para cine e animación ou o sampling extremo dos plunderphonics de John Oswald. En canto ó dúo franco-xapones, as súas traxectorias individuais móvense nun variado conxunto de espazos musicais que van dende o rock psicodélico ás derivas sonoras de Derek Bailey.


A música de Walking in the Shadow, ós que escoitaba por primeira vez, suxeriume un encontro entre a viola de John Cale en "Venus in furs" e un Ry Cooder electrificado revisitando a música de "Paris-Texas". A limpeza dos glissandos de Henritzi na guitarra eléctrica e a aspereza do violín de Fukuoka foron os dous focos entre os que se moveu o seu son, variando en matices dende a espacialidade suxerida pola reverberación das notas sostidas polo guitarrista ò abrasivo magma de ruido perpetrado polo violinista.


Tras un breve receso pasouse o documental do sueco Kasper Collin sobre o músico de Cleveland [EE UU] Albert Ayler, un dos principais expoñentes da escena do free-jazz norteamericano dos anos sesenta.

A película, montada a partir de material fílmico e fotográfico orixinal da época e con aportacións de familiares e coñecidos entrevistados na actualidade, discorreu adherida á traxectoria vital de Ayler, con escasas referencias directas ó contexto político e social no que se desenvolveu. Neste sentido, o título é ilustrativo e denota o decurso da narración: a loita dun home polo seu espazo no ámbito artístico é, solidariamente, no vital, coa bagaxe dunha innegociable singularidade.

Rafael Azcona

sábado, 3 de mayo de 2008

Faustakraut pasta. (I)


Se suele llamar MONSTRUO al acuerdo desacostumbrado de elementos disonantes: el Centauro, la Quimera son definidos así por quien no comprende. Yo llamo monstruo a toda original e inagotable belleza.


Alfred Jarry, L' Ymagies, n¼ 2 (1898).


J'ai mal aux dents, j'ai mal aux pieds aussi.


J’ai mal aux dents.The Faust tapes.Virgin Records(1973)





¿Krautqué?

Comenzaron como la jugada promocional de un periodista, fueron el epítome de la corriente de música popular alemana más conocida junto a la
Neue Deutsche Welle - el Krautrock -, disfrutaron de cierto éxito en el Reino Unido y desaparecieron al poco tiempo dejando apenas media docena de grabaciones. Durante los años 90 volvieron a la palestra espoleados por el "hype" de la electrónica, convirtiéndose en uno de los clásicos referentes a la hora de exhibir pedigrí. Puente entre, pongamos, Apex Twin y Stockhausen; cimiento para la futura música industrial - Throbbing Gristle - y el indie más intrépido - Pavement -..., su sombra es alargada y recorre las más de tres décadas transcurridas desde la publicación de sus discos.

Lo que sigue es el relato de un periplo bastante personal a través de la música de estos greñudos muchachos de Wumme, porque, lo reconozco, de los lampiños
Faust de hoy no sé prácticamente nada, excepto que siguen en activo. Será una breve deriva con más de una digresión y tratando de evitar, en la medida en que sea capaz, el lugar común de embutir a esta delirante banda en el controvertido corsé kraut.

Y es que
krautrock es una denominación bajo el signo de la sospecha, puesta continuamente en solfa por no pocos críticos alemanes al tratarse más de una cuestión postrera, fruto de la recepción que el rock alemán haya podido tener en el Reino Unido, que de algo cocinado en suelo teutón.

Es sobre todo a partir del libro de
Julian Cope, "Krautrock sampler", cuando la prensa británica - y, de manera gregaria o interesada, parte de la alemana - se ocupa en la re-creación del estándar "Kraut". Pero al parecer, el trabajo del ex-Teardrop Explodes es tan entusiasta como falto de rigor y si bien funcionó y funciona - Cope acaba de repetir la maniobra con el rock nipón - como detonador de una corriente de interés por esta música, lo que justifica de sobras su edición, no parece ser un recurso histórico fiable.

71 Minutos


Me introduje en la música de Faust con "71 minutes of...", una compilación de inéditos grabados entre 1971 y 1975.

El disco se inicia con "Munic A", un corte de casi 12 minutos en el que a una pauta rítmica muy sencilla, marcada por unos tambores y un sintetizador, se le van añadiendo guitarras, voces, zumbidos y percusiones. Este patrón es similar al del siguiente corte, "Baby", que se construye sobre una linea de bajo y percusión, repetida cíclicamente, a la que se unen riffs de guitarra "fuzz"; tal progresión es interrumpida dando paso a un interludio en el que se suceden voces fantasmales, desvaríos electrónicos y cacharrería percutiva varia para, finalmente, acabar como se empezó. El resto del disco discurre entre la escurridiza filiación folk de "Psalter", la sonoridad futurista de "Party 3", la sedante ambientación de "Meer" o la desquiciada "Party 5", con una voz que repite hasta la extenuación la frase "25 yellow doors and the waltz of the pumpkin".

Como característica común a muchas de las composiciones de los alemanes destaca la desestructuración de las canciones en farragosos agregados sonoros con ausencia de regla melódica o rítmica alguna. El resultado es una música tan elusiva como sugerente y, algo de agradecer, libre de todo rigor y pedantería instrumental, al margen de la seriedad que estaba adquiriendo el rock en ese momento, cuando, en su mayoría de edad, buscaba trascender sus “pedestres” orígenes sin encontrar para ello mejor salida que la de hacer música para músicos.

Tras la escucha del disco uno se queda con la sensación de haber topado con uno de esos tesoros ocultos de la historia de la música rock, una de esas referencias de culto a las que se recurre para explicar tal o cual tendencia o estilo, como lo son The Velvet Underground o Captain Beefheart, hitos en la historia del género. Me faltó tiempo para buscar sus primeras grabaciones.

RIO

"71 minutes of..." fue editado por ReR Megacorp, sello creado por Chris Cutler, músico inglés de larga trayectoria y autor del libro "File Under Popular", en el que se parte de una revisión del concepto de música popular para finalizar con un capítulo dedicado al análisis de la música progresiva y sus implicaciones sociopolíticas. Entre ambos textos se incluyen otros dedicados a figuras como Phil Ochs o Sun Ra, hilvanando un interesante ensayo que suma a su carácter especulativo la visión de alguien que ha estado - está todavía - metido en harina.

Cutler privilegia en su análisis la visión política y sociológica, siendo la denominación de "Rock In Oposition" - RIO - una de las fórmulas incluidas en el libro que más ha trascendido, hasta el punto de convertirse en una suerte de etiqueta bajo la que se agrupan diversas propuestas musicales con el denominador común de la autonomía creativa frente a "lo establecido", actitud que en ocasiones implica un acercamiento al legado musical del país de origen. Dicho de una manera algo tosca: el RIO vendría a agrupar un cierto tipo de música elaborada al margen de los estereotipos impuestos por el mercado anglosajón; no se trata, por tanto, de un estilo.

Los criterios de selección serían fundamentalmente, amén de los musicales, temporales: los grupos enumerados por Cutler, además de presentar ciertas similitudes estilísticas con su banda Henry Cow, le son contemporáneos. A pesar de ser un término circunscrito a un reducido número de grupos se sigue empleando actualmente para referirse a formaciones que actúan bajo coordenadas similares a las establecidas inicialmente.

Studio Work

File Under Popular renovó mi interés por algunos de los célebres "excéntricos" de la música pop y del jazz: The Residents, Sun Ra... Faust aparecía en una breve reseña de uno de los epígrafes del libro, asociados a la evolución del rock progresivo en Inglaterra pero agrupado junto a otras formaciones bajo el título de Studio Work. En este apartado las menciones a la importancia del trabajo de estudio, a la influencia de la "música concreta" y el hecho de incluir a The Residents en la lista hizo que mis prejuicios con respecto al término "progresivo" dieran paso a toda una serie de dudas que habría de resolver escuchando cuanto antes las obras enumeradas.

Hablar de "rock progresivo" a alguien que había crecido con la nueva ola, el revival del 60's punk y la explosión grunge de finales de los 80 era como mentarle a la bicha. El libro de Cutler me sirvió como antídoto al miope fundamentalismo rockero que había incubado durante años. La puntilla al prejuicio se la dio la adquisición de un disco compacto titulado Música Progresiva Española en el que encontré una serie de grupos - Máquina!, Música Dispersa, Agua de Regaliz, etc. - en los que primaba una actitud ante la música más amateur y lúdica que la plúmbea y estomagante que yo asociaba con la dichosa etiqueta.


Netlabels: la secta del perro. (*)


"Dentro del ámbito de la electrónica en el que nos movemos en la actualidad, el dj es el custodio de la historia aural. En la mezcla, la labor del creador y remezclador se entretejen en el espacio sincrético de samples y material sonoro diverso para crear una tela sin costuras que, de una forma extraña, refleja el cosmos moderno del ciberespacio, donde diferentes voces y visiones colisionan y se fertilizan mutuamente. Los vínculos entre memoria, tiempo y lugar se materializan y se hacen accesibles al oyente desde el punto de vista del DJ que hace la mezcla. Así, la mezcla actúa como un fotograma que se mueve continuamente, una "camera lucida" capturando eventos puntuales. La mezcla, en esta representación, permite la invocación de diferentes lenguajes, textos y sonidos, que convergen, se mezclan y crean un nuevo medio que trasciende sus componentes originales. La suma creada a partir de este collage sonoro deja a sus elementos originales muy atrás."

Paul D. Miller, de un texto aparecido en la portada de su disco Songs of a Dead Dreamer, [Asphodel, 1996]. La traducción es mía y advierto que bastante libre.


La sociedad de la información no implica únicamente una mayor accesibilidad a la misma sino también la posibilidad de valerse de ella de manera directa. En la era del capitalismo cognitivo, un estadio de transición que empieza a perfilarse tras el periodo de la sociedad-fábrica fordista, la puesta en concierto del saber social general se postula no sólo como línea de fuga del capital sino como paradigma de una nueva economía que tiene como principal valedor el propio desarrollo de internet o de las alternativas al software propietario. Tras estos logros del trabajo en red, caracterizado por la socialización del conocimiento y su continua revisión autocorrectora, se halla, pues, un nuevo paradigma tecnológico, lo que Manuel Castells denomina informacionalismo, definido, para lo que nos interesa aquí, por la comunicación horizontal y la interactividad. El texto de Miller que encabeza este pequeño trabajo trasluce esta nueva manera de operar.
Tanto la música digital o netmusic como los netlabels - en pocas palabras: sellos que producen y distribuyen música gratuitamente o a muy bajo coste, en formato digital a través de la red -, participan de estas características mencionadas, siendo reflejo, en el ámbito musical, de la nueva revolución tecnológica. De hecho, su génesis está íntimamente vinculada a la subcultura hacker de finales de los 70, por lo que su aparición no responde tanto a la búsqueda de una alternativa a la creación y distribución de música por los cauces tradicionales sino a una dinámica propia cuyo origen está en el hecho de disponer de una nueva infraestructura tecnológica. Estos aspectos son importantes ya que suponen un desafío a la industria tradicional: los netlabels no tienen la intención de perfeccionar, ni mucho menos perpetuar, el actual status quo de la industria musical; proponen, una nueva relación entre creación y distribución.
Los netlables encuentran su habitat en el espacio virtual que no cubren ni las redes de intercambio de archivos "peer-to-peer" ni las tiendas de música digital "pay-per-download"; ambas se nutren de música sujeta a las leyes del copyright si bien las primeras, en ocasiones, pueden alojar archivos de netmusic editados con licencias copyleft. A diferencia de las primeras, los netlables poseen una estructura más centralizada, aunque su conjunto constituye una red en sí misma, tejida, básicamente, mediante vínculos que comunican los denominados "hubs", o nodos principales - suelen ser los sellos más veteranos y prestigiosos -, con los sellos más nuevos, que se situarían en la periferia de la red, con un menor número de enlaces. Esta configuración en red desmarca a la comunidad de netlables del marco competencial de las marcas discográficas tradicionales, definiendo un espacio de solidaridad y mutuo apoyo. Estos sellos son, además, el único intermediario entre el músico y el usuario/consumidor, reduciendo su actividad al hecho de constituir una plataforma para difundir su música, pudiendo realizar otras tareas.
La netmusic, editada bajo licencias de Creative Commons – no son las únicas, el abogado zaragozano Pedro J. Canut creó Coloriuris hace tres años, un nuevo marco legal que regula el acceso a contenidos web desde una perspectiva más acorde con el derecho continental - consolida la visión del conocimiento como capital público, en oposición a la industria musical tradicional que trata de perpetuar un modelo jerarquizado y orientado hacia el consumo. Esta concepción del conocimiento se adapta mucho mejor a la situación creada por la digitalización de la información y la tendencia de ésta a convertirse en - o a ser concebida como - una entidad transitoria, susceptible de ser modificada iterativamente por la comunidad de usuarios, adaptándola a sus necesidades en un proceso continuo de corrección ad infinitum.
Adoptando una perspectiva más amplia a la hora de analizar los cambios acontecidos tanto en la producción y distribución musical como en su uso/consumo, hay que destacar la creación de redes de intercambio de archivos, las redes “peer-to-peer” o “p2p” a las que aludíamos anteriormente, junto con la proliferación de sitios web, listas de correo, blogs, podcasts y otros medios digitales de información. Estos nuevos espacios para la comunicación e intercambio de archivos han ido permitiendo a los usuarios de internet desvincularse de los medios tradicionales de información y venta de música, dando réplica a la postura de desafección adoptada por las grandes corporaciones discográficas. Los netlabels, cuya filosofía difiere a la de las redes de intercambio de archivos, consolidan también esta tendencia.
El desarrollo de la red de netlabels ha corrido parejo a la contracción del abanico estilístico amparado por la industria musical tradicional, cada vez más centrada en artistas y tendencias que garanticen una suculenta contrapartida económica. Precisamente la vocación innovadora y de énfasis en la calidad de la netmusic, por encima de intereses pecuniarios, ha supuesto la ampliación tanto de su espectro estilístico como del número de artistas atraídos por estas plataformas de difusión musical. Dado que la netmusic se concibe como una obra abierta, siendo posible su modificación por parte del usuario - ya no sólo un mero consumidor -, la sujeción a patrones fijos o fórmulas que aseguren el éxito comercial carece de sentido. El correlato de este planteamiento es la profusión de tendencias musicales. Por otra parte, en los netlabels se efectúa una selección que no tiene en cuenta parámetros comerciales, ya que por su naturaleza esta comunidad vive de espaldas al "mainstream"; esto implica mayores oportunidades para los músicos que trabajan con material "refractario" a la comercialización a través de las "majors".
Los netlabels son la parte más audaz de los nuevos modelos de distribución musical, explotando el potencial que les ofrece internet - cuyo desarrollo ha sido paralelo - y constituyendo, por este motivo, un referente ineludible. El camino abierto por estos sellos digitales contraviene la intención de las grandes corporaciones musicales de hacer de la inaccesibilidad de la música un negocio rentable, insistiendo en su comercialización a través de soportes físicos. Así, la industria ralentiza en la medida de lo posible la adopción de tecnologias de distribución actualizadas, pero no le queda otro remedio que asumir el cambio de paradigma. Los hábitos de consumo están variando con rapidez; ya no escuchamos música del mismo modo en que se hacía hace años. La facilidad en la selección de archivos de audio comprimido considerados de forma aislada - sin referencia al cd del que proceden -, la confección de playlists - lista de canciones ejecutable en un lector de archivos de audio o en un pc -, la posibilidad de disponer de este tipo de archivos en cualquier momento y en cualquier lugar - lectores portátiles de mp3, teléfonos móviles, entornos wi-fi y otras novedades que la tecnología irá introduciendo - están haciendo de los soportes físicos algo obsoleto, aspecto en el que los netlabels han sido pioneros. Por el momento ya se han dado pasos en la dirección "adecuada" y el catálogo de EMI está disponible en iTunes sin DMR - digital rights management, un sistema que restringe la copia y reproducción de archivos de audio -. Recientemente Peter Gabriel ha puesto en funcionamiento una plataforma, we7, en la que se pueden descargar de manera “totalmente” gratuita y legal archivos de audio y video; el único “coste” consiste en escuchar los anuncios publicitarios insertos en los archivos. Las iniciativas se suceden necesariamente. Con todo, por el momento, menos de un 10% del mercado musical es accesible vía internet.

Nota:
(1) Los cínicos griegos, la “secta del perro”, pretendieron “reacuñar la moneda”, es decir, cambiar los valores de la sociedad griega del siglo IV adC.

viernes, 2 de mayo de 2008

Simon Frith: rock vs. pop.




En su artículo La música pop, Simon Frith (SF) plantea el problema de establecer un criterio válido para diferenciar pop rock. SF describe las características de "Candle in the Wind" de Elton John, canción que presenta como paradigma de simplicidad, carencia de ambigüedad y de trascendencia; éstas serían las condiciones que habría de tener una canción pop para conectar con el público. En contraposición, el atractivo del rock pivotaría sobre su "autenticidad", aspecto que exigiría la singularidad del artista y al que la audiencia accede mediante una acción evaluadora ausente en el caso del pop  

En otro texto, Hacia una estética de la música popular, dice SF:
La autenticidad se refiere a aquello que garantiza que los intérpretes de rock se resistan o logren subvertir la lógica comercial (...) En este punto la crítica del rock viene a coincidir con la musicología "seria".
Es decir, considerada la "música seria" como aquella que trasciende lo social y permite, por tanto, una comprensión meramente estética, la música popular "auténtica" sería aquella que trasciende las fuerzas sociales - comerciales, fundamentalmente - que determinan su "normalidad", condición de su viabilidad en el mercado.

A continuación el autor atribuye a esta "autenticidad" el carácter de mito, de ser un aspecto cuyo origen es ideológico:

La calidad de un ídolo rock se mide por la capacidad con que hace prevalecer su individualidad a través del sistema.
Esta misma singularidad es la que posibilita la condición "auténtica" del artista, como veíamos antes. Pero tal condición es un arma de doble filo, pues permite, nos explica SF, colocar en el mercado a los "artistas y su sonido particular como referentes de identidad", es decir, como mercancías "normalizadas" en el sentido que se le atribuye a la música pop. De este modo, la autenticidad concebida desde una perspectiva "romántica", como vinculada al concepto de creatividad, individualidad e irreductibilidad a las convenciones de la familia y la sociedad burguesa, pasa a conformar una matriz identitaria que el mercado pone a disposición del consumidor para que éste encaje sus expectativas de individualización.

SF prosigue describiendo el modo en que los diferentes estándares estéticos son construidos para permitir esa afirmación individual en el seno de una colectividad. Listas de éxito, categorías - más o menos - musicales y otras estrategias de mercado intervienen en la construcción de diferentes perfiles de consumo. De este modo se insinuaría que la creación de estilos de música pop/rock sigue un curso vertical, desde las grandes corporaciones musicales hacia el público, sin embargo se trataría, más bien, de aglutinar consumidores, de consensuar gustos u opciones de consumo en torno a determinados estilos fácilmente perfilables. SF dice que "[en] este acercamiento a la música popular [ésta es] entendida más como constructo que como expresión de un sujeto colectivo", dando a entender que la música pop/rock se mueve entre ambos polos. Así, M. Rivière, estudiando el mundo de la moda en "Lo cursi y el poder de la moda" dice lo siguiente:

La lógica de la demanda se basa sobre todo en el "dejà vu": ninguna novedad tendrá éxito si choca con el público o perturba sus hábitos o expectativas; si no es comprensible o inteligible de inmediato por una mayoría. (...) Aquello que consiga halagar el gusto del público, que sintonice con el alma del pueblo, es éxito seguro.
Tomándome la licencia de llevar esta reflexión al ámbito de la música pop/rock – que en las dos últimas décadas se ha estado nutriendo de sucesivos revivals -, pienso que este planteamiento no invalida el carácter dirigista de determinadas instancias empresariales en el sentido de configurar las posibles tendencias musicales en un momento dado, más bien al contrario, puesto que permite a los directivos de una discográfica planificar la salida al mercado de un nuevo producto. Pero al mismo tiempo pone de manifiesto la participación de determinados mediadores a lo largo de este proceso. Así, en un polo tendríamos a las discográficas ejerciendo su control sobre el mercado y en otro a toda una serie de agentes - audiencias, músicos, críticos, locutores de radio - haciendo nuevas propuestas o validando otras ya existentes.

En cualquier caso SF afirma que es la música la que proporciona el sentimiento de pertenencia a una colectividad y no ésta la que define su música. Así, puede entenderse que esas minorías – los mediadores - no son equiparables al público y por lo tanto no dejan de imponer un determinado tipo de música a una audiencia masiva y “neutra”, obviamente con la participación de la industria discográfica.

A lo largo de la historia de la música popular se han dado situaciones en las que una alternativa musical, minoritaria originalmente, acaba derivando en un fenómeno de masas una vez que la industria ve la oportunidad de generar ingresos. Este fue el caso del rock and roll. 

A finales de los años 40, en Estados unidos, una minoría aburrida del Tin Pan Alley - pop "blanco" - comenzó a sintonizar emisoras en las que se programaba rhythm & blues, estilo en principio orientado a audiencias de raza negra – entonces, los estilos musicales, emisoras, audiencia e incluso editoras y gestoras musicales se orientaban racialmente -. Este es el origen de la popularización del rock and roll y del consiguiente desarrollo de una audiencia masiva.

Esta "música negra" escuchada por audiencias blancas a finales de los 40 - del mismo modo en que había ocurrido con el jazz años antes - es también el origen, siguiendo a SF, del recurrente tema de la autenticidad, pues se consideraba que los músicos negros tenían una vinculación no mediatizada con su audiencia, directa y corpórea en el sentido romántico que opone naturaleza y cultura. Tanto es así que desde este estereotipo del músico negro como ejecutante de una música más pura en tanto que primitiva, se impulsó la creación de una “falsa autenticidad”, oxímoron que Bernard Gendron, citado por SF en su libro Performing Rites: On the Value of Popular Music explica del siguiente modo (la traducción es mía): 

Los pioneros negros del rock and roll fueron también llevados a producir caricaturas del “cantar al estilo negro”. Chuck Berry, Little Richard y Ray Charles...modificaron radicalmente sus estilos cuando su audiencia cambió de ser predominantemente negra a mayormente blanca. Aunque los tres comenzaron sus carreras cantando blues de un modo bastante suave (al menos en comparación con los estándares del rock and roll), aceleraron posteriormente su velocidad al cantar, hicieron uso de gritos y chillidos rasposos y aderezaron sus actuaciones en directo con golpeos de piano o acrobacias con la guitarra. De acuerdo con la mitología del rock, pasaron de cantar menos “negro” (Como Nat King Cole o los Mills Brothers) a cantar más “negro”. A mi juicio sería mas adecuado decir que adoptaron una versión más caricaturizada del modo de cantar negro, salvajemente, preparando así el camino para la música soul y la invasión británica.

En otro contexto, SF trata este aspecto al analizar el papel que determinados intelectuales burgueses tuvieron en la adopción de la música folk como vehículo para las demandas de la clase trabajadora norteamericana y como instrumento para crear conciencia de clase en los años posteriores a la depresión. Se trataba de crear una música para “el pueblo”, pero a partir de una serie de juicios estéticos establecidos por una élite de intelectuales; de este modo se trasplantaba una música de raíces de carácter pre-industrial a un contexto urbano y de consumo. A finales de los años cuarenta, los recitales de folk, dice SF, tenían lugar fundamentalmente en los campus universitarios. Este tránsito es clave además para entender el concepto de “autenticidad”, pues hay una serie de prejuicios que pasarán al folk-rock y finalmente al rock en la década de los 60. Del folk al rock: de la expresión del sentir de una colectividad – aunque mistificada – se pasa al énfasis en lo individual; de lo político a lo psicológico; de la conciencia de clase a la experiencia íntima. La noción de autenticidad se transmuta así manteniendo el denominador común de la sinceridad del artista, como reflejo de una “comunidad” primero y de sí mismo después. Esta última particularidad permitiría, sin embargo, una experiencia “comunal” en términos de gusto y sensibilidad. Parece ser el caso de un “constructo” creado con la finalidad de servir “como expresión de un sujeto colectivo” y que por diversas circunstancias deriva en expresión individual. 

La solidaridad de grupo también se puede producir cuando se delimita, a través de la música, un ámbito simbólico, entendido como propio, que posibilita la percepción social subjetiva de una serie de atributos diferenciadores; es lo auténtico percibido desde la etnicidad. Un ejemplo podría ser el de formaciones como Triana y lo que se denominó “rock andaluz”, que vendría a ser un tipo de “folk-rock” español...Pero en este caso el nucleo de la autenticidad no es de clase sino étnico. 

Continuando con el recurso a músicas del pasado en la construcción de la autenticidad, aunque desde otra perspectiva, Richard Middleton ha explicado como ésta también se “adquiere” a través de un proceso circular en el que un músico hace uso de una tradición musical que, a su vez, es “autentificada”. Allan Moore en Constructing authenticity in rock, cita el ejemplo de Eric Clapton. El músico británico sigue un patrón mediante el cual el “poder originario” del legado blues norteamericano pasa a éste mediante su apropiación; a su vez tal legado es “autentificado” al ser una tradición cuya recuperación se considera digna de mérito. 

La autenticidad ha sido comúnmente entendida, en el ámbito del aficionado a la música rock, como sinónimo de expresión sincera, muchas veces ajena a la corrección bien pensante, en ocasiones subversiva. De este modo, el músico pop/rock no es ajeno a la propuesta que hacía Platón en La República de expulsar de la ciudad, de la comunidad instituída, a todo aquel individuo que añadiera o suprimera una cuerda a la lira, interfiriendo así en el mantenimiento de la armonía social y en la transmisión a los más jóvenes de los valores que la sostienen. 

Muchas de las canciones de rhythm & blues de los años cuarenta y cincuenta que contenían letras explícitas eran reformadas para no ocasionar estragos en los inocentes oídos de los adolescentes - no deja de ser una anécdota; en más de un sentido el rock and roll fue una música rebelde a su pesar -. Aún así se considera la aparición de los teen idols a finales de los 50 como una reacción al primer rock and roll, igual que la british invasion lo fue a éstos. Pasando los contraculturales 60/70, la “madurez” del rock sinfónico y la reacción punk, llegaríamos hasta finales de los años ochenta y la irrupción de la música grunge, estilo del que se dijo años más tarde que había sido utilizado para apartar a los jóvenes blancos de clase media norteamericanos de la musica rap (¡?), dándose una situación que recuerda, salvando las diferencias, a la de los inicios del rock and roll (ver imagen). 


De este modo, parecen sucederse en el tiempo acciones y reacciones en las que la música más genuinamente roquera se acaba definiendo en virtud de su carácter antagónico, en el sentido de contravenir a las normas en curso. En ningún caso esa autenticidad está en su genotipo, sino que la adquiere al inscribirse en un contexto determinado; esta particularidad hace que el proceso inverso sea también posible. 

Esto puede ocurrir a través del compromiso político, como en el caso de Mc5 y su adhesión a la causa de los White Panters en el 67: música al servicio de la revolución. Su manager, John Sinclair, fue condenado a diez años de carcel por haberle vendido “accidentalmente” dos cigarrillos de marihuana a un agente del FBI. Para contrarrestar a estos activistas contraculturales el establishment reaccionó fomentando las demandas de paz y amor del movimiento hippy. La historia de este grupo - censura, expulsión de la compañía discográfica, adocenamiento y fin – es un clásico de la guerrilla mediática...o de los teóricos de la conspiración.

El caso de un músico como Phil Ochs también puede ser paradigmático. Activista político, acabó sus días entre deportaciones, expulsiones, ingresos en prisión y grabando sus últimos discos en Tanzania. Retrospectivamente y desde el punto de vista un aficionado a la música pop/rock, mi caso, es difícil negarle el marchamo de la autenticidad, aunque sólo sea por su compromiso con unas ideas y el público que las comparte, actuando totalmente al margen de cualquier intención trascendental o narcisista. En este sentido, en Ochs, como en muchos otros musicos pop/rock, esa autenticidad puede hallarse precisamente en su capacidad para hablar del momento, en su inmediatez.

Se puso al servicio de los yippies del 68 en la convención de Chicago y fue precisamente por ello por lo que el FBI llegó a elaborar un memorándum de 400 páginas en su honor: ¿hacían pagar a Ochs el intento de “colocar una cuerda en la lira"? Obviamente no era música “del” pueblo sino música “para” el pueblo, pero creo que sería una descortesía entender la figura de un músico así como una mera individualidad consumible. Del mismo modo que su amigo Victor Jara o que Woody Guthrie, Ochs no era fácilmente recuperable por las industrias del espectáculo, al modo en que pueda ocurrir con el artista que explota su singularidad creativa, performativa, etc.. 

Eran otros tiempos... 

En el plano formal, la autenticidad implica la búsqueda de nuevos horizontes estéticos, como pueda ser el caso de los primeros Pink Floyd de Syd Barret o The Velvet Underground y su uso de la distorsión, o la incorporación de los sintetizadores y la mesa de mezclas como un instrumento más en el caso de muchos de los correos cósmicos alemanes y los grupos del krautrock, adoptando además técnicas de la música concreta y la tape-music, como ya habían hecho los Beatles de un modo quizás algo tímido – durante el 66 Paul McCarney escuchaba frecuentemente música de Luciano Berio, John Cage, Stockhausen o Subotnick, lo que le llevó a experimentar en sus “Little Symphonies” y a incorporar finalmente estas prácticas a partir de “Revolver” -.

En Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, por escoger una de las obras cumbre del pop de los 60, está esa voluntad de ampliar los límites formales de la música. Se da un curioso juego que pone en solfa las distinciones entre música pop y música rock ya que en su momento este disco propuso un tipo de música cuya autenticidad, entendida en el sentido formal, hubiera supuesto su divorcio con el rock, esa música "más dura, agresiva, improvisada y más estrechamente ligada con fuentes americanas negras" (Richard Middleton, "Popular Music"), definición que remite a la “falsa autenticidad” de la que habla Bernard Gendron.

Aunque los cambios ya eran perceptibles en muchos otros grupos – por ejemplo, The Beach Boys habían editado “Pet Sounds” en el 66 y poco después Brian Wilson trabajaba ya en su ambicioso y frustrado proyecto “Smile” -, a partir de 1967, año de edición de “Sgt. Pepper’s” y “puesta de largo” oficial de la música pop, ¿se volvía éste más auténtico que el rock en tanto en cuanto se alejaba más de él? Pudiera ser que sí, si no fuera porque el primer disco de The Velvet Underground fue grabado el mismo año, disco "rockero" en la definicion que recoge Middleton, pero formalmente muy ambicioso: una mezcla de Bo Diddley con La Monte Young que definiría el rock del futuro. 

Al fin y al cabo la distinción entre rock y pop es estéril y está basada en conceptos de género muy estrechos que esconden cierto esencialismo, pero también, en palabras de Johan Fornäs, “tales peleas dialécticas sobre la definición y límites de un género son signo de su vida creativa”.


Bibliografía:

FRITH, S.: “Hacia una estética de la música popular” en CRUCES, F. y otros: Las culturas musicales: Lecturas de etnomusicología, Madrid, Sibe (Sociedad de Etnomusicología), 2001. pp. 418-419.

FRITH, S.: "Performing Rites: On the Value of Popular Music". Harvard Univ. Press, 1998.

FRITH, SIMON STRAW, WILL STREET, JOHN: "La otra historia del rock". Barcelona, Robinbook, 2006.

GENDRON, BERNARD: “Rock and Roll Mythology: Race and Sex in “Whole Lotta Shakin’ Going On”, University of Wisconsin, Center for Twentieth Century Studies Working Paper No. 7, Fall 1995, pp. 5,7,9.