jueves, 3 de julio de 2014

El Autor



Con algún periodo intermedio durante los siglos XV y XVI,  en el que la figura del compositor musical tuvo importancia, no fue hasta finales del siglo XVIII cuando ésta emergió con fuerza.

Ni siquiera la aparición de los derechos sobre la obra, que pudiera pensarse beneficiarían a su autor, sirvieron para cambiar las cosas: fue el editor el que tuvo inicialmente la sartén por el mango.

Lo que más llama la atención durante este periodo durante el cual el origen de la obra, y por tanto su autoría, va ganando importancia sobre su función, es que el compositor aparece como alguien que presenta un material tomado del acervo común, un acervo cuya autoría es divina. De este modo, el compositor no pasa de ser un mensajero entre Dios y el público. Son las musas - Dios - las que inspiran la obra y ésta «pertenece» al público.