martes, 31 de julio de 2012

Parodia


Recientemente el CSIC ha publicado un estudio que da cuenta de una creciente previsibilidad melódica en la música pop. El trabajo ha sido desarrollado por Joan Serra, Álvaro Corral, Marían Boguña, Martín Haro y Josep Ll. Arcos. Esta es la nota de prensa difundida por el CSIC:

La música es cada vez más previsible

El CSIC ha analizado casi medio millón de canciones 
Las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas, según revela una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El trabajo, que ha analizado 464.411 canciones, ha sido publicado en el último número de la revista Scientific Reports.

Según los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. El investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrà, que ha dirigido el trabajo, explica: “Estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto y hemos observado que cada vez hay menos palabras diferentes”. Dada una nota musical, es relativamente más fácil predecir cuál será la siguiente en una canción actual.

Del mismo modo, las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. Joan Serrà opina que “en la década de los 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora”.

Otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. Este volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. Según el investigador “hasta ahora, este efecto, largamente comentado, no se había podido comprobar empíricamente a gran escala.”

Los resultados de la investigación ofrecen, por tanto, una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales. Serrà detalla: “Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas”. En opinión del investigador, este proceso de homogeneización podría deberse a la fuerza de las modas, ya que “se observa una tendencia a engancharse a la corriente dominante”.

16 años escuchando música

Las piezas analizadas por el equipo de investigación proceden de una base de datos pública de más de un millón de canciones elaborada por la Universidad de Columbia (EEUU), que han sido publicadas entre 1955 y 2010. Las obras responden a un amplio número de estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica.

Dado que una canción dura de media cuatro minutos y que un experto, para poder anotar los parámetros de interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día.

Para Serrà, “Los ordenadores nos permiten escuchar música de una manera que los humanos, simplemente, no podemos”. El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.

Joan Serra, Álvaro Corral, Marían Boguña, Martín Haro y Josep Ll. Arcos. Measuring the Evolution of Contemporary Western Popular Music. Scientific Reports. DOI: 10.1038/srep00521

El trabajo completo puede leerse aquí.

sábado, 28 de julio de 2012

Las fuerzas del Imperio



Ayer pasé la noche en Sada - un pueblo costero de la provincia de La Coruña - con unos amigos. Estábamos buscando un sitio donde abrevar y nos decidimos por El Otro. La suerte jugó de nuestra parte porque allí se encontraban tocando unos tíos muy simpáticos llamados The Imperial Surfers. Durante media hora, hasta que se le agotó la paciencia a algún vecino con pocas ganas de jolgorio, fuimos sometidos al imperium de estos dicharacheros madrileños. Pocas opciones al margen del bailoteo más desenfrenado con los ritmos que hicieron furor a principios de los sesenta: surf & hot rod, frat rock, twist, etc.  

Cuando hubo que interrumpir la actuación uno de los responsables del bar se hizo con el micro y juró venganza asegurando que los Imperial Surfers volverían a tomar Sada. Espero que así sea.

Durante unos días van a estar tocando por estos pagos - creí entender que su próxima cita, quizá esta misma noche, es Lugo -. Si eres de los que agita la melena al son de bandas como Viscounts, Surfaris, Sandy Nelson y similares, no dudes en ir a ver a este excepcional conjunto. Do the twist!!!

lunes, 23 de julio de 2012

Jesucristo vs. Superman




Durante varias semanas los lectores del blog Sound of the City del Village Voice votaron para elegir al «músico neoyorquino quintaesencial». Para la conquista de este pomposo título se siguió el sistema de eliminatoria directa en rondas sucesivas. Cada disputa era planteada mediante una entrada en el blog, en la que al encabezamiento - X vs. Y - seguía una breve lista de las razones por las cuales cada uno de los contrincantes merecía el título. A partir de aquí los votos de los lectores decidían el vencedor. 
Ya en primera ronda se dieron combates insólitos: el «azar» deparó un interesante Miles Davis vs. Public Enemy. Davis, que había salido bien parado de su pulso con los raperos de Fight the Power fue fulminado por Neil Diamond; de igual modo, la modosita Norah Jones se merendó sin pestañear a otro titán del jazz: el inefable Thelonious Monk.

Como se ve en muchos de los comentarios que acompañan a los enfrentamientos, la clave para la victoria estaba en la sinrazón del fan, en ese yo por mi vaca sagrada mato que sale a relucir, por mucho que lo revistamos con alambicados argumentos, cada vez que alguien se atreve a cuestionarla. Así, basta con que el número de fans de un músico sea mayor que el de su contrincante. A pesar de lo arbitrario del sistema, la final enfrentó a dos de los que, con mucha probabilidad, todos hubiéramos incluido entre los cinco primeros cabezas de serie: John Coltrane y Lou Reed, o, como dijo un comentarista del blog, Jesucristo y Superman. 

¿Pucherazo? Poco importa si aceptamos que es la final soñada, el partido del siglo. Dos figurones, cada uno con su propuesta narrativa ¿A que me refiero con lo de narrativo? Pues al argumentario esgrimido para apoyar cada candidatura y que, sin embargo, el sistema de voto cancela, tal y como ocurre en unas elecciones cuando se vota a las siglas de un partido político ahorrándose el esfuerzo de leer los programas de los contendientes. Pero esto, aquí, es algo secundario.

El autor del blog plantea la competición invitando al debate sobre cuál de los músicos  concurrentes responde al rótulo «músico neoyorquino quintaesencial». ¿Y qué es eso? Aquí está el meollo del asunto. Más o menos se trata de juzgar el ajuste de una persona - de una máscara - a lo que se considera el retrato robot del perfecto músico neoyorquino. Así, por ejemplo, se define a Jon Spencer como un candidato que cumple dos de las grandes tradiciones musicales de Nueva York, a saber: 1) es un muchacho de Nueva Inglaterra que llega a la ciudad para hacerse un nombre y, 2) urbaniza el sonido del sur rural de los EEUU. 

De acuerdo, en este momento vislumbramos la propuesta original del concurso. Necesitamos una narración para cada músico, y esta narración ha de ajustarse a otra considerada como propia de la ciudad de Nueva York: la de su músico quintaesencial. Sin embargo, dada la dificultad de saber qué pueda ser esa quintaesencia se tratará más bien de elaborar un paradigma y juzgar en qué medida pueda serle propio a la ciudad. De este modo cada paradigma sería a su vez una propuesta de quintaesencia musical neoyorquina.

Avancemos un poco más. La rival de Spencer, Madonna, es presentada como una gran estratega a la hora de lograr éxito, sin que sepamos demasiado bien a qué atenernos para juzgar su neoyorquinidad. El autor del blog, por obra u omisión, se carga los términos de comparación entre ambos concursantes. 

Chapuzas al margen, el sorpasso de la ambición rubia podría justificarse sin dificultad, ya que encarna a la perfección - he aquí una propuesta narrativa que cualquier participante en la votación podría formular por si mismo - la mezcla de glamour, descaro, sofisticación y vulgaridad que bien puede definir otro paradigma de músico neoyorquino. Juzgaríamos, por lo tanto, la potencia de dos paradigmas: el «spenceriano» o el «madonniano».

De este modo, vendrían en nuestro socorro multitud de sobreentendidos, clichés de los que necesariamente se tendrá que servir todo el que quiera jugar sin reducir su participación a clicar, sin más, sobre el nombre del artista del que es seguidor; tanto da que el participante sea de Nueva York como de San Juan de Paluezas, basta que maneje con cierta soltura algunos de esos clichés.

Los criterios que siguen los votantes podrían responder a la potencia de cada paradigma, pero, si ocurre así, es sólo de un modo secundario, primando, como decíamos, la fidelidad del fan. En cualquier caso, lo sustancial aquí es señalar la importancia de la conformación de un paradigma en la fabricación de ídolos y, por tanto, el papel fundamental que desempeñan los elementos extramusicales en la música pop. De esto va el juego.

sábado, 14 de julio de 2012

Naturaleza y arte



Razonamiento de Don Quijote en conversación con el Caballero del Verde Gabán:
[...] porque, según es opinión verdadera, el poeta nace: quieren decir, que del vientre de su madre el poeta natural sale poeta; y con aquella inclinación que le dió el cielo, sin más estudio ni artificio, compone cosas que hace verdadero al que dijo: est Deus in nobis, etc. También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor, y se aventajará al poeta que sólo por saber el arte quisiera serlo. La razón es, porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perfecciónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfectísimo poeta.
M. de Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Capítulo XVI de la segunda parte.

lunes, 9 de julio de 2012

Underground


Ourit Ben-Haim es una artista afincada en Nueva York. Actualmente publica un blog con una serie de fotos llamada Underground New York Public Library - la librería pública del metro de NY -, en la que el único requisito para ser incluido es estar en el metro de la ciudad leyendo un libro. El resultado es muy vistoso, tanto por lo variopinto de las lecturas como de los lectores. 
¿Y qué tiene esto que ver con la música? Como era de esperar, algunas de las lecturas del metro neoyorquino tocan lo musical. Un viajero lee Love Goes to Buildings on Fire: Five Years in New York That Changed Music Forever, libro en el que Will Hermes relata la intensa actividad musical de la ciudad durante la segunda mitad de la década de los setenta, cuando convivían salsa, punk, no-new york, minimalismo, hip-hop, disco, free-jazz y otros estilos en un periodo sin parangón. Las referencias de Love Goes to Buildings on Fire conforman otro retrato, en este caso sonoro, de esa ciudad-mosaico y son el fondo musical idóneo para darse una vuelta por el blog de Ben-Haim.


martes, 3 de julio de 2012

Sobre plutocizaciones y metrónomos



Estos días he estado escuchando una compilación de canciones grabadas en los Fame Studios de Muscle Shoals durante los años dorados del soul: Candi Staton, Aretha Franklin, Bobby Womack, Al Green, Johnny Jenkins y toda una larga lista de artistas que nutrieron los catálogos de sellos como Atlantic, Stax o Capricorn.

A ratos me dejaba llevar por las sinuosas melodías sincopadas; otras veces me fijaba en detalles - los cálidos arpegios de un Fender Rhodes, la línea del bajo, el sonido de la batería, los matices que distinguen la voz del intérprete,...- ; y otras en las letras, tratando de entender algo con mi rudimentario inglés. La mayor parte de ellas giran en torno al tópico de las relaciones interpersonales y en general, dentro de los parámetros de una canción de música pop, superan con creces el aprobado. Un ejemplo, You Don't Miss Your Water, de William Bell, quizás más conocida por la versión que The Byrds hicieron en su magnífico Sweetheart of the Rodeo:

In the beginning
You really loved me
I was too blind
I couldn't see

But now you've left me
Oh, how I cried
You don't miss your water
Your well run dry

I kept you crying
Sad and blue
I was a playboy
I wouldn't be true

But when you left me
And said bye-bye
I miss my water
My well ran dry

I sit and wonder
How can this be
I never thought
You'd ever leave me

But now you've left me
Oh, how I cried
You don't miss your water
Your well run dry

You don't miss your water
Your well run dry

You Don't Miss Your Water fue grabada en 1961. Algunos años después, en pleno desparrame funk, este tipo de relaciones parecían haberse vuelto algo más complejas, por decirlo de algún modo. 1978, Marvin Gaye, A Funky Space Reincarnation:

2073
2084
2093

Light years ahead
You and me gon be getting down
On a space bed
We gon get married in June
We gon be getting down on the moon
Light years, interplanetary funk
is gonna get down
Star Wars interplanetary funk
Still getting down

Music won't have no race
Only space, Peaceful space
There is time what a trip
Step inside my little ship
I can tell by your way
That you really wanna stay
In space, funky space
Peaceful space
Terrible place

Wait till I've been cool
Hey baby, let's get in the groove

Girl you look like somebody I met a long time ago
I know I haven't met you though but
Oooh you look like I haven't known you for a thousand years
God, just, mmm.. I don't know what's happening, y'know, but I
I'm really empowered but every time I be checking you out y'know, my
You give me some other reaction
But it seems to me that the reason we together here
is that we supposed to be together

Come on baby let's go peace loving
And check out this new smoke
No this thing I got
It ain't classified as dope
Smoke I got from Venus
Have had it all week
It's getting old
Come on and try this new thing with me, baby
It's too cold

Come on now, baby
Let's take off clean
Get in this here machine
And rocket rocket rocket rocket
Hey little baby
Let's magnetise
Magnet makes your love rise baby

Ooh sugar, let's get some more
Why do I feel like I been with you before
Shoot me good with the create gun
Shoot the people and lots of fun
Everybody created
Time and lots of fun
Let's move the party over to Star One

Alright everybody, we're moving now to come in for a landing here in Pluto
Now all of you who aren't groovay
Send you over to the Plutotarium to be Plutotized
Know that that you dig that
And the rest of the group, I know y'all gon' have a ball
But hey, little miss birdsong! Come here
You follow me

Come on baby come on down
Razzmattazz and all that jazz
Come on baby come on down
Let's razzmattazz and all that jazz
Let's plug ourselves in this machine in the ground
Let's touch each other and feel each other down
Let's razzmattazz and all that jazz
Say, we need to say what we mean
Plug our hearts into the, the real machine
Let's razzmattazz and all that jazz
Let's see if we play, babe
Happiness around
Let's touch each other
Let's feel each other's ass
Let's razzmattazz, all that jazz
Let's razzmattazz and all that jazz
Says yeah
Let's razzmattazz and all that jazz
Says yeah
Let's touch each other
Let's feel each other's ass
Let's razzmattazz, all that jazz

Stop
Well it's been a fantastic trip, baby
Y'all cut it out
Get another load of funky four
Funky four
Everybody get your hands together
We be right here on time
You better count down, Zac
You ready?

One, fun
Two, you
Three, me
Four, more
Five, no jive
Six, no tricks
Seven, we in heaven
Eight, everything is straight
Nine, fine
Ten, next week
We'll do it again


De la metáfora del pozo seco al hedonismo intergaláctico y las plutocizaciones en el Plutotarium (¡¿?!). Cuántas veces se habrá lamentado uno de no poder entender la letra de las canciones que escucha, para acabar, como en el relato de Truman Capote, llorando por las plegarias atendidas.

En su libro Diarios de bicicleta David Byrne da cuenta de una conversación mantenida en una situación que recuerda a aquellos chistes que comenzaban con un «van un inglés, un alemán y un...». Tras el intercambio de impresiones Byrne reflexiona sobre la relación casi deportiva que su interlocutor alemán tiene con la música - un amante del techno para el que discoteca y gimnasio son prácticamente intercambiables - y pasa a describir la suya del siguiente modo:

En mi caso, ¿para qué me sirve la música? Bueno, a mí también me gusta bailar con música, aunque los ritmos más sincopados - funk, latino, hip-hop, etcétera - me mueven más que el martilleo metronómico y repetitivo de la música house o techno. Creo que los ritmos sincopados "activan" simultáneamente diferentes partes del cuerpo (y de la mente) de otra manera, y que el placer que deriva de ese palimpsesto de ritmos actúa como una metáfora biológica: una metáfora y un reflejo de los ritmos y procesos sociales y orgánicos que nos hacen disfrutar. No creo que sea música ligada a un contexto específico. Puedo usarla para bailotear en mi estudio o para menear la cabeza en el metro, escuchándola en un iPod. La mayoría de las veces, cuando la escucho en lugar de bailar con ella, elijo música cantada, ya que encuentro que el arco de una melodía, combinado con armonías y pulsación rítmica, puede resultar increíblemente emocionante y envolvente. Esto es lo que llamamos canciones. A veces la letra ayuda también, pero muchas veces me tragaré una mala letra si el resto funciona.

A Funky Space Reincarnation es una de esas canciones. 


El texto de Byrne trata no sólo sobre diferentes niveles de escucha y usos musicales o sobre la relativa importancia de las letras de una canción, también muestra su preferencia por un tipo de música que no agota su potencial en lo rítmico, hasta el extremo de ir poco más allá de lo que pueda ofrecer un metrónomo.