jueves, 30 de octubre de 2008

Faustakraut pasta (III)



El Mcguffin
Aunque revolucionaria, la aportación de McCartney y – posteriormente – Lennon a la música pop se ajustaba a un formato musical “clásico”, en el sentido en que, en la mayoría de los casos, las innovaciones no afectaban al andamiaje de las canciones, sino que eran integradas de modo ornamental.
Tomorrow never knows, uno de los momentos más brillantes de Revolver, destaca por el novedoso ritmo marcado por la batería, mientras que el trabajo de tape loops, aunque original e innovador, no desempeña el papel preponderante que tiene en Baby, de Faust, por poner un ejemplo.

En su esfuerzo por desentenderse de la influencia anglosajona en su música, Faust soltaban lastre elevándose sobre cualquier preconcepto formal, aunque sin llegar al ensimismamiento que conduciría a muchos grupos a los excesos del art rock. Pero nadie es perfecto: cocinaron más de un tostonazo, quizás para recordarnos que estábamos en los años setenta y era muy difícil evitar un menú en el que algún plato no viniese sazonado con grandes dosis de (in)trascendencia.Los Beatles se valieron de las máquinas y la química para estimular su creatividad, mientras que en la forma de trabajar de Faust la propia tecnología adquiría el mayor de los protagonismos. Sin minimizar la importancia del factor humano, los alemanes dejaban espacio a la "creatividad" inherente a las máquinas, las cuales habían dejado de ser sólo un medio para hacer música. Esta característica queda refrendada por la "ausencia" escénica de los músicos: el protagonismo era para sus misteriosas "cajas negras”.

En ambos casos el papel de los tape op e ingenieros fue fundamental. Los Beatles usaron en Revolver artilugios como el Artificial Double Tracking, diseñado por el ingeniero de los estudios Abbey Road Ken Townsend, con el fin de doblar voces en tiempo real; el altavoz Leslie, con el que se procesó la voz de Lennon en Tomorrow Never Knows o los propios tape loops, resultado de quitar la cabeza borradora a una grabadora de cinta.

Faust no contaban con el nutrido equipo de técnicos de EMI, pero la Deutsche Grammophon les proporcionó material de sonido y al ingeniero Kurt Graupner, responsable de la construcción de unas cajas de plexiglás negro, diseñadas por Joachim Irmler, que permitían conmutar diferentes efectos sonoros como eco, fuzz, distorsión o wha-wha.

¿Y esa mención al dopaje de Los Fab Four hecha dos párrafos más arriba? ¿Es que los alemanes sólo llevaban té y pastas al estudio? Negativo. Baste decir que Kurt Graupner afirmaba estar continuamente colocado a causa de la atmósfera que se respiraba en la granja de Wümme. Cansado de la situación optó por colar el bulo de que los cabezales de la grabadora podían verse afectados por la alta toxicidad del ambiente. La sucesión de anécdotas de este tipo hicieron de la vida en la granja algo que recuerda bastante a las alucinadas sesiones de grabación de Trout Mask Replica, comandadas por un desaforado Captain Beefheart. Aunque sé que este tipo de cotilleos no suelen interesar a nadie es posible que volvamos con ellos en próximas entregas...De momento nos quedamos con la importancia que las sustancias psicoactivas, además de la dotación tecnológica, tuvieron para ambos grupos.
Mientras los alemanes hacían tabula rasa, los Beatles, sin embargo, incorporaban cualquier hallazgo sonoro a su bagaje musical, en clara mutación desde Rubber Soul. Para Faust la música había de ser depurada, mientras que para los de Liverpool ampliada; pero ambos tenían en común el recurso a la experimentación, palabra que en cierto sentido es más apropiada para describir el trabajo de los ingleses, debido a la mayor cantidad de restricciones de las que partían.

Escuchar Sgt. Pepper’s lonely hearts club band supone asistir a la puesta de largo de la música pop. A su lado, algo como 71 Minutes of... o The Faust Tapes aparece como un abigarrado conjunto de desvaríos sonoros gestados en los límites de lo popularmente tolerable.

En esta postiza comparación entre Beatles y Faust, un simple Mcguffin para observar de cerca algunos aspectos de dos de mis grupos favoritos, paso por alto no sólo la diferencia del contexto en que cada uno hizo su música, sino el lapso de más de seis años que separa Revolver de las primeras grabaciones incluídas en 71 Minutes of..., una eternidad en la meteórica carrera de la música pop; basta con tener en cuenta que entre She loves you y Tomorrow never knows hay menos de tres años de diferencia.

Sin embargo sí existe una relación diacrónica entre ambos. Los alemanes intentaron minimizar la presencia de lo anglosajón en su sonido, pero con ello no hacían más que afirmar su importancia. En este sentido se podría decir que sin los Beatles, Faust no hubieran existido, o de haberlo hecho, hubieran sido algo diferente a lo que fueron.


FFMI / Festival Fase de Música Improvisada



Cita coa música improvisada na Fundación Luis Seoane da Coruña. Dous concertos: o primeiro de Jozef Van Wissem (laúde) e Miguel Prado (guitarra) o día 31 de outubro e o segundo o 28 de novembro a cargo de Radu Malfatti e Taku Unami. Organiza a Asociación Cultural Fase.

sábado, 4 de octubre de 2008

Pecados.



Supoño que o festival Sinsal xa está bastante asentado no panorama musical galego e non precisa de moita publicidade; aínda así nunca está de máis recordar que xa comenzou a súa temporada de outono .

Sen embargo, esta entrada ten como motivo unha feliz nova proposta na axenda cultural galega: do 8 de outubro ao 9 de decembro vaise celebrar en Pontevedra o "ciclo de músicas prohibidas" Pecados: intercambio de cds nas prazas da Peregrina e da Verdura e concertos de Duo Dithyrambe, Toumani Diabaté, Stereolab e The Residents. Máis información aquí.