martes, 26 de agosto de 2008

Los discos



Dicen que corren buenos tiempos para los vinilos; sí, los discos, esos objetos plásticos circulares que se venden embutidos en fundas de cartón vuelven con nuevos bríos en la era del ipod.

Este testarudo formato ha sobrevivido desde la aparición del compacto gracias, sobre todo, al trabajo de los sellos independientes; y lo ha hecho en precario, con tiradas cortas aumentadas, si había suerte, por sucesivas reediciones y generalmente como opción alternativa a la digital.

El mercadeo en tiendas de segunda mano ha sido otro de los factores que ha contribuido a la superviviencia del disco: en este sentido sería interesante conocer el volumen de negocio en sitios web como eBay o MusicStack.

Hay que destacar también la figura del pinchadiscos o la importancia de la cultura hip-hop con el afanado "crate-digger", tenaz buscador de tesoros en 7 y 12".

Algunas cifras (para EE UU): en 2007 se vendieron cerca de un millon de Lps, lo que supone un ligero incremento frente a las 858.000 de 2006; para este año se espera superar el millón y medio (más información aquí).

Quizás este repunte en sus constantes vitales se deba a un ejercicio de nostalgia y ante la virtualización de las grabaciones musicales haya consumidores que, de retornar a un soporte "real" prefieren el vinilo al cd; una decisión, por otra parte, bastante razonable dado que se está popularizando la costumbre de incluir en el disco un bono para descargar su mismo contenido en formato digital comprimido: un "dos por uno".

Para los fetichistas del microsurco y los aficionados al "high-end" sobran las justificaciones para acudir a este viejo soporte: arte pop en 31x31 centímetros; cubiertas dobles, triples, cuádruples, ...; insertos de diverso tipo; vinilo de color; "picture-disc"; calidad de sonido; calidez en el sonido...

Para los coleccionistas de exquisiteces es un formato ineludible, ya que gran número de las rarezas que buscan no han participado en el proceso de canonización de la música popular que ha supuesto la reedición selectiva en forma de disco compacto.

Para otros simplemente se ha convertido en una costumbre y no han dejado de comprar discos por la misma razón por la que no han dejado de percibir la música de un artista de manera "discreta", es decir, en lotes sucesivos de ocho, diez, doce o n canciones.

En fin, se puede decir que si bien el disco compacto ofrecía ciertas ventajas sobre el de vinilo en cuanto a la comodidad en el manejo o su resistencia y duración - su salida al mercado fue promocionada mundialmente con el eslogan "perfect sound forever" - lo rácano de su físico supuso a la larga la puesta en valor del denostado disco de vinilo, que ha pasado a convertirse en un objeto de culto más que en un mero soporte de contenido musical.

Para completar esta breve incursión en la actualidad de los discos recomiendo un artículo escrito desde la perspectiva del coleccionista. Lo podéis encontrar en el número cuatro del recomendable fanzine La Escuela Moderna, incluyendo consejos para su almacenaje, para pinchadiscos o dirigidos a esos "últimos de Filipinas" que aún grabamos cintas de casete - ¡glub! -.

Yo ordeno mi colección por estilos y en riguroso orden alfabético, mezcla de A.2 y A.6 en la nomenclatura que usa Kiko Amat en su artículo, con un apartado para las últimas adquisiciones, que han de estar más a mano.

(El sujeto de la foto, víctima de un sofocón vinílico, es John Zorn...Me pregunto cómo los tendrá ordenados él...)

lunes, 25 de agosto de 2008

Faustakraut pasta (II).



Post-punk avant la lettre
El crítico británico Simon Reynolds destaca el ascendiente que la figura de David Bowie tuvo durante el período que va desde 1978 a 1984, los años inmediatamente posteriores a la defunción del punk, por medio de los dos discos que grabó en Alemania junto a Brian Eno: Low y Heroes. Ambos, ejemplos de un pretendido "rock continental", distanciado del original sonido del género, tan patente en Young Americans.

Los postpunkers tenían la certeza de que la ruptura con el pasado del rock afectaba no sólo a su contenido, labor acometida por el punk, si no que debía incluir también la forma, aspecto que éste había pasado por alto.

Así, de forma paradójica, el extraordinario salto cualitativo que el post-punk supuso con respecto a las formas más conservadoras, y más exitosas, del rock de los setenta y a su antecedente más inmediato - el punk - tuvo su punto de apoyo en un músico que, sin embargo, había participado en la construcción del canon del rock.
La búsqueda de ese sonido continental al que hacíamos alusión unos renglones atrás está en el origen de Faust, condición que les hace pasar con solvencia la prueba de paternidad del postpunk, sea por vía directa o a través del trabajo de Bowie y Eno. Pero de esto nos ocuparemos más adelante...

Unos años antes de que nuestros protagonistas ocuparan una antigua granja en las afueras de Wümme los Fab Four habían empezado a trabajar sobre sonidos fijados; no eran los primeros en hacerlo, pero sí eran los pioneros en el ámbito de la música pop. Vamos a observar un poco más de cerca.


Stockhausen y mañana quién sabe

Las posibilidades apuntadas por The Beatles a partir de Rubber Soul y que alcanzarían su cima en Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band eran el producto de la manipulación e incorporación de sonidos grabados a la paleta instrumental de la música pop: los tape loops incorporados en Tomorrow Never Knows o la superposición de capas de sonido en A day in the Life daban cuenta de la íntima vinculación entre tecnología y estética musical, en el sentido de aprovechar los recursos que aquélla ofrece para ir más allá de las convenciones formales del momento.


Esto no era nada nuevo, la innovación tecnológica ha tenido desde siempre un enorme impacto en el desarrollo de la música. El perfeccionamiento de los instrumentos musicales había supuesto el nacimiento de la "sonata" tras siglos de música en la que la voz era el elemento principal, dando así carta de naturaleza a la música instrumental; por no hablar de lo que ha significado la digitalización del sonido en lo que a posibilidades de composición y ejecución se refiere. Ahora era el momento de trabajar directamente sobre el material grabado incorporando el resultado como un elemento constitutivo de igual rango al originado instrumentalmente.

Pero no sólo estaban The Beatles como referente inmediato: la verdadera genealogía de Faust habría que buscarla en uno de los iconos de la kosmische musik germana: Karlheinz Stockhausen.

Desde un punto de vista estético, su trabajo de deconstrucción del himno alemán en Hymnen supuso un modo de reconciliarse con la cultura de su país, una cuestión algo embarazosa para los artistas tras la Segunda Guerra Mundial y a la que los músicos germanos más jóvenes no fueron ajenos; por otra parte había sido uno de los pioneros en el uso de todo tipo de artefactos tecnológicos de manipulación sonora, entre ellos los tape loops.

Paul McCartney, quien contrariamente a lo que se piensa opositaba, como Lennon, al puesto de “beatle intelectual”, había quedado impresionado por el trabajo de Stockhausen en Gesang der Junglinge, hecho que justificará su aparición en la portada de Sgt. Pepper. A él se debe el empleo de loops en Tomorrow never knows , corte que podría ser definido como música pop del futuro por el novedoso uso de técnicas de “no-músico”, empleando una definición posterior y debida a ese otro personaje vinculado a la kosmische musik del que hablábamos hace un momento: Brian Eno.